1. Riberas del Donetz 2


    Fecha: 10/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... arrolladora, la repuesta que ya antes, cuando Piotr le abría la camisa para empezar a curarla, cuando constató que el “Demonio del Gorro Gris” deviniera en Piotr, se negó a formularse, pues esa respuesta era, sencillamente, que amaba a aquel hombre; que a ella le había pasado lo mismo que a él, a Piotr, a su ahora amado Piotr… Como él, tampoco ella se explicaba ni comprendía cómo ni cuándo había sucedido, pero de lo que no le cabía duda alguna es de que había sucedido; que ella amaba a Piotr con todas las veras de su alma, de su corazón, de su ser entero… Él era alemán, un “fascista”, un enemigo invasor de su tan amada Patria Rusa, pero por aquella noche al menos la paz entre Stella Antonovna y Peter Hesslich se iba a concluir, pues él no podría ya nunca ser enemigo de ella como ella tampoco podría ya nunca ser enemiga de él.
    
    Así, cuando Piotr la besó esta segunda vez en los labios, cuando volvió a sentir en su boca el calor de esa boca adorada, cuando todas las fibras de su ser fueron conscientes, sintieron hasta en lo más hondo, en lo más íntimo, la pasión del ser amado, Stella estalló como estalla un volcán cuando entra en erupción. Y fue consciente de que lo único que entonces deseaba era amar y ser amada, ser feliz y hacer feliz a y por su hombre definitivo, Piotr. El hombre del amor imposible, el hombre cuyo amor y cariño nunca más volvería a gozar y sentir… Pero aquella noche y en ese lugar exacto del Frente Ruso la guarra se había extinguido como si nunca hubiera ...
    ... existido, como si nunca hubiera empezado… Y mañana… Pues mañana se vería
    
    Las horas pasaron y pasaron y con las horas se repitieron hasta el paroxismo los inacabables momentos de amor y placer, de apasionante y apasionada entrega mutua. A veces aquel carrusel de amor y deseo debía detenerse pues los amantes, de momento, agotaban su capacidad de prodigarse; entonces dedicaban unos minutos al descanso entre las caricias que el uno a la otra, la otra al uno, se dedicaban para tras reponerse un tanto volver al amoroso cuerpo a cuerpo…
    
    Pero con el transcurrir de las horas la noche se iba agotando y la negrura nocturna irremisiblemente cedería terreno a la cegadora luz diurna hasta batirse la noche en franca retirada abandonando el campo al nuevo día. Y ello significaba que aquello, la maravillosa noche de amor, irrepetible, debía cesar, acabarse… Eso lo sabía bien Stella Antonovna, como también sabía que su amado Piotr nunca lo haría, nunca tomaría tal decisión, pues la única decisión que tomaría sería la de proseguir esa inolvidable noche hasta hacerla eterna… Luego ella era la única que podía tomar la sensata decisión de acabar, dar fin a esa noche irrepetible. Y Stella tomó la necesaria decisión. Comenzó por cerrar aún más el dogal con que sus piernas atenazaban las extremidades inferiores de su amado obligándole a que la unión entre ambos cuerpos, el aplastamiento de un cuerpo contra el otro, sólo pudiera superarse mediante la mutua incrustación de cuerpos en imposible ...
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