La reeducación de Areana (3)
Fecha: 19/07/2021,
Categorías:
Masturbación
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... se daba cuenta de algo que le resultaba perturbador: Milena le daba miedo. Y peor aún, en ese momento advirtió que el miedo que sentía, que de pronto se permitía sentir, no era solo por la asistente sino por toda la situación que estaba viviendo en ese departamento, por no saber qué pensaban hacerle, como sería ese tratamiento disciplinario que Amalia le había mencionado. Un instante después estaba ante ella, que esperaba sentada en el sofá.
-Quédense las dos, me van a ayudar.
-Sí, señora. –contestaron ambas entusiasmadas al presumir que habría acción.
Areana permanecía en cuatro patas y con su collar, cuya cadena plateada trazaba una amplia curva sobre la alfombra, a los pies de Amalia,
-Bueno, jovencita, ¿cómo estamos? –comenzó Amalia.
Usted no sé, yo con ganas de irme a mi casa. –se atrevió Areana buscando vencer su miedo mediante una actitud desafiante. Milena iba a darle un puntapié en el trasero, pero Amalia la detuvo con un gesto.
-Te entiendo, tesoro, pero ocurre, y vas a grabártelo en tu cerebro, que aquí lo que vos quieras o no quieras no tiene la menor importancia.
-¿Ah, sí? Porque usted lo dice, ¿no? Sepa que a mí no me importa lo que usted diga. Yo quiero irme a mi casa. –insistió la jovencita doblando la apuesta y debatiéndose entre el miedo y la necesidad de proteger su orgullo.
Amalia esbozó una sonrisa y dijo dirigiéndose a sus asistentes mientras con el dedo ìndice se señalaba los muslos:
-Acomódenla y sujétenla como ya ...
... saben.
Las dos asistentes alzaron entonces a Areana y con movimientos veloces y precisos que denotaban una larga experiencia la pusieron boca abajo sobre las piernas de Amalia, dominando con rapidez y habilidad la resistencia de la jovencita. Inmediatamente después se plantaron ante su cabeza y la sujetaron fuertemente por las muñecas. Amalia completó la inmovilización de la pupila pasando una de sus piernas por detrás de las piernas de la chica y todo estuvo listo para la primera sesión de disciplina de la rebelde Areana, que no cesaba de gritar y corcovear:
-¡No! ¡¿Qué hacen!? ¡No! ¡No pueden hacerme esto! ¡No tiene derecho! ¡¡¡Déjenme irrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!
Fue en ese preciso momento que la pesada mano de Amalia restalló sonoramente en una de sus nalgas. Y los gritos y protestas cesaron, tal la fuerza sicológica con que ese chirlo no sólo dio en la cola de la niña, sino que entró en su cerebro a modo de revelación inesperada y aterradora. Areana sintió que algo trascendente estaba ocurriendo en su interior profundo, como si un velo hubiera empezado a correrse. Pero tuvo miedo, ansiedad y miedo y el miedo a lo que había sentido se impuso y se puso a corcovear y a chillar otra vez. Amalia supo interpretar muy bien merced a su experiencia lo que había significado esa pausa en la resistencia de la pupila, y sonrió ampliamente satisfecha, sintiendo que el más intenso morbo la invadía. Siguió con la zurra, pero cuidándose de no pegar con fuerza excesiva, ...