¡El semental de confianza!
Fecha: 02/08/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... acabas. Se deshidrató”.
Ana decidió nunca hablar sobre el hijo de Ramón que lo sustituyó maravillosamente. Ese sería un secreto entre los Ruíz y ella solamente.
“Ven”, invitó su madre a Ana. “Te quiero enseñar una ropa que me compré y me va llegando”.
Pasaron a la recámara principal y la señora Patricia comenzó a poner elegantes prendas sobre la cama y planear como y donde las usaría.
“¿Ay mami, y esto?”, dijo Ana, refiriéndose a un exageradamente pornográfico negligé que puso encima de todo, al final.
“Se me hace algo corriente”, agregó.
“Este, hija, lo compré para ti. Para que te lo pongas con Ramón. Es naquito, tú sabes. Le va a encantar verte con él”.
Ana lo tomó y lo vio a más detalle.
“Si tú lo dices”, le dijo a su madre.
“Mami, Ramón se ha venido algunas veces por enfrente. Según yo ya me debería de bajar, pero no me baja”, dijo Ana algo preocupada.
“¡Ay hijita!”, replicó Patricia, “¡la única que pude darse ese lujo soy yo, mi amorcito! ¡Con esa cosota las puede embarazar en un segundo!”, agregó con preocupada voz.
“¡Te he dicho mil veces que uses condón!, ¡cómo eres irresponsable!”, la reprimió.
“¡Ay mamí!, ¡no hay condón que le quede! ¡Tráeme unos gigantes ahora que vas a Phoenix!”.
“Ya te ha de haber preñado hija”, dijo preocupada.
“¡Ay mami no me digas!”, dijo Ana asustada.
“A ver mi amor, ¿Cuándo se vino por primera vez en tu vagina?”, preguntó Patricia.
“Mmmm, la semana pasada. Al otro día que lo hicimos por ...
... primera vez”, contestó.
“¿Cuántas veces?”, preguntó Patricia.
“¡Ay mami, parece confesión con el padre Paco!”, contestó Ana.
“¡¿Qué cuántas veces, dime?!”, volvió a preguntar bastante preocupada.
A Ana se le salieron las lágrimas. “Dos o tres, no estoy segura, pero si más de una”, dijo con voz quebrada.
-Sin contar al Choro-, pensó la joven mujer.
“¿Cuándo te debería de bajar?”, preguntó la señora Patricia.
“El lunes, máximo el martes, antier”, contestó Ana.
Ambas se abrazaron. Patricia comenzó a acariciar el pelo de Ana mientras ella sollozaba en su hombro. “¡Que puta soy, que puta soy!”, empezó a llorar amargamente.
“¡No hija, no!”. “Son tonterías que todas hacemos, no te preocupes tanto. Mañana te mando con Eduardo, lo hacen todos los días y listo, nadie sospechará. Será nuestro secreto. Si no te baja para el viernes, compraremos una prueba de embarazo para salir de dudas y pensar con la cabeza más fría, ¿te parece bien?”.
“Si mami”, dijo con voz entrecortada.
Patricia besó a su hija en la frente. Subieron los bebés al auto de doña Patricia y se fueron de compras.
Platicaron mucho sobre sus matrimonios y como acomodarían en sus vidas a Ramón, siendo cierta una sola cosa: no sabían cómo renunciar a él.
Asombradas, alababan su vigor y energía, la rapidez que tenía el fogoso albañil para fusilarlas tras cortos intervalos, sin dudar que tenía suficiente para la madre, las tres hijas y su esposa si es que no tenía alguna otra amante perdida por ...