1. Follar con los gregüescos puestos a Florencio


    Fecha: 13/11/2017, Categorías: Hetero Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Suelo decir que soy muy caprichoso, pero no exijo mis caprichos, sino que busco la posibilidad de disfrutar de algunos. Vi un día a la abuela cosiendo con una sigma, maravillosa máquina de coser, ni sabía que ella tenía una. Estaba cosiendo unos pantalones para el abuelo, porque a él no le gustaba ir a tiendas a probarse. La abuela que de joven había sido ayudante de sastre y después tenía la propia sastrería hasta que el prêt à porter derrumbó la confección de media costura, porque el prêt à porter afectó al sastre o sastres de la clase media, no a la alta costura. Mi abuelo tenía su sastresa personal. Envidioso yo, quise tener también mi sastresa personal y, yendo vestido solo con mi tanga como de costumbre, me acerqué a la abuela.
    
    Me encantaba el ronroneo de la máquina cuando cosía, me arrimaba a la máquina como ayudando a sujetar las partes largas y notaba la vibración de la máquina en mis huevos. La abuela me miraba con media sonrisa al ver mis ojos en blanco y como gozando. Lo bueno de la abuela, entre otras muchas cosas, es que no hacía comentarios aunque adivinaba lo que pasaba. Siempre decía que ver a sus nietos delante de ella ya le hacía gozar. Creo que por eso nos consentía todo. ¿Que si he dicho todo? Pues sí, he dicho todo. Sí, nos ha visto follar en la piscina y pasa como si no hubiera nadie. ¿Se habrá acostumbrado? No; es que la abuela es así, mientras nos vea felices y el abuelo le asegure que estamos sanos y fuera de peligro, la abuela contenta. A mí me ...
    ... parece que me quiere un poco más o de modo diferente que a los demás. El mismo Lorenzo lo nota porque me suele decir: “Yo soy el nieto de verdad de la abuela, pero tú eres su nietísimo”, con esto lo ha dicho todo.
    
    Me dice la abuela:
    
    — ¿Quieres que te cosa algo…, un pantalón, una camisa, una chaqueta…?
    
    — Sí, abuela, me gustaría tener un par de gregüescos, respondí.
    
    — ¿De grequé?, preguntó la abuela.
    
    — De gregüescos o greguescos…
    
    — ¡Ah!, de calzas a lo don Juan de Austria!
    
    — Sí, abuela, algo como eso mismo, pero sin calzas, dije yo.
    
    — Eso está hecho, ¿con forro o sin forro?, ¿a cintas o completos? Muy cortos o hasta casi las rodillas
    
    — ¡Joder!, abuela, es que te lo sabes todo…, cortos, cintura baja y sin calzas…
    
    — Eso es fácil; el de cintas mañana lo tienes ya, porque tengo tela como de seda para el interior. Uno entero para ti… tendría que ser de satén, seda de color, lycra… ¿qué color te gustaría? Ah, no, yo elijo lo mejor, uno rosado fuerte y otro marrón, oscuro y claro, eso es bueno para ti, déjame, mañana vienes a probarte el de cintas.
    
    Me puse feliz, pero no conté nada a nadie, porque era un capricho muy caprichoso. Así que al día siguiente con mi tanga puesta me puse delante de la abuela que estaba cosiendo otro pantalón para el abuelo. No dije nada. Los caprichos se dicen, se sugieren, pero no se exigen. Paró de coser, escarbó en su cajón de sastre y me dijo:
    
    — Ponte esto a ver…, si te va bien solo me falta ajustar el elástico, a no ...
«1234...»