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Lukas
Fecha: 16/08/2021, Categorías: Confesiones Autor: Minah Stahl, Fuente: CuentoRelatos
... sitio de la casa, todo en clave, mezcla metáforas con palabras inventadas. Oigo como se despide y abre la puerta, mi corazón va a 100 puls/min. Coge de una mesa un pequeño barreño con una toalla que deja sobre el respaldo de la silla. •Te has despertado del todo, ¿cómo estás? ¿te duele? •... no, pero estoy muy cansada – me sorprendió, a la vez que me tranquilizó su pregunta, el tono de su voz y sobre todo los evidentes cuidados recibidos •Es normal, estás muy sedada... no me sabrá a mal si te quedas dormida - sin decir nada más levanta la ropa de cama dejando desnudas mis piernas. •¡Ah! – me sobresalto un poco. Me sonríe a la vez que se sienta en la cama de lado mirándome a mí un momento y levantando mis rodillas por detrás, no sin antes acariciar mis tobillos y mis pantorrillas con sus manos, las compara, tiene unas manos grandes y fuertes, hace un gesto de fastidio con la cara. Vuelve a tapar mis piernas. Se sienta más cerca y me acaricia un poco la mejilla levemente morada por la bofetada de Ramón mientras susurra “a ze astapotroa/que animal”. Yo miro su cara, sus gestos, sus labios y me dejo hacer, está siendo muy cuidadoso y eso me tranquiliza. •Voy a verte esa herida – me dice a la vez que baja las mantas a mi cintura, con mucha calma y naturalidad, como si lo estuviera haciendo toda la vida. Deja desnudos mis pechos, me mira, lo hace intencionadamente, para ver mi reacción y me siento intimidada, me tapo con el antebrazo que puedo mover. Atiende ...
... un rato a mi hombro, me corta las vendas con unas tijeras y mira la herida. •Siéntate, ¿puedes? Espera, cógete a mi cuello – me sujeta de la cintura y me ayuda. •Ah, ¡ah! me duele. •Sí, es normal, será sólo un segundo, ... no te pude sacar la bala nena, la tienes aún dentro y quiero ver que no se te ha infectado. Mira mi hombro por detrás, no puedo moverlo, me duele bastante, la herida está limpia. Tiene una espalda fuerte, además, huele muy bien, siento sus manos en mi cintura desnuda, en mi espalda. Aprovecha el chequeo para recorrer más piel de la que debe. Apoyo mi frente en su hombro, me pesa mucho y la ladeo un poco con los ojos cerrados. •¿Neska/Chica? – dijo poniéndome la mano en la nuca. •Perdóname, lo siento, estoy muy mareada – trago saliva e vuelvo a poner bien la cabeza. •Acuéstate, estarás mejor – a la vez que iba dejando mi espalda lentamente sobre la cama – es que, de hecho, no tendrías que estar despierta, te he drogado para que estuvieras dormida y tranquilita, me he quedado corto con la dosis. Me tapa de nuevo, vuelve a destapar mis piernas, del barreño saca una esponja y comienza a darme un baño con agua calentita, por donde pasa seca luego con cuidado. Parece increíble que un tipo que creía tan duro, pueda ser tan tierno en un momento dado. Cuando termina con las piernas, las tapa y baja las mantas hasta mi ombligo, sigue con su proceso de mojarme y secarme, se detiene en mis pechos, baja por la línea antes de llegar a mi ombligo. ...