1. El hermano de mi hermano es de cuidado (I)


    Fecha: 15/11/2017, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Mi madre Felisa, que fue la que me dio a luz, murió siendo yo muy pequeño, a decir verdad no me acuerdo de nada, si aún no había cumplido los 4 años cuando mi madre murió. Mi padre nunca descubrió necesidad de hablarme de mi madre y, si me habló, tampoco me acuerdo. Pues es que se vino a casa una señora que se había divorciado de un hombre porque, según él, la engañaba con otro, pero nunca halló causa. Este hombre hacía sufrir a su mujer, Martina, la que vino a vivir a casa siendo yo pequeño, y también hacía sufrir a su hijo que ya tenía 7 años. Cuando se divorciaron, solo por fastidiar lo más que pudo a su ex-mujer, consiguió que el juez le concediera la custodia de su hijo al padre. La señora con mucha pena por su hijo cuido de mí y yo la llamaba mamá. La verdad es que mamá Martina me trataba muy bien, como a un verdadero hijo, creo que hizo conmigo lo que hubiera hecho con su hijo Gonzalo.
    
    Es claro que las cosas nunca vienen solas. Resulta que el señor Juan Manuel dio una paliza a su hijo Gonzalo y tan amargamente gritaba el chico que, avisada por el vecindario, se presentó la policía en la casa de Juan Manuel y Gonzalo y se los llevaron a comisaría. Dieron parte al juzgado de menores y llevaron al niño a una residencia temporalmente. Cuatro días estuvo allí, porque mi padre y mamá Martina se presentaron al juez y mi padre lo admitió en casa para cuidar de él con su madre.
    
    Un día no muy lejano de estos acontecimientos, se casaron mi padre y mamá Martina. Por una ...
    ... parte habían dicho al juez su intención de casarse y querían cumplir, pero también es que mamá Martina se había quedado en estado de buena esperanza y poco tiempo después nació Jacinto, al que llamamos siempre Sinto. Así que en casa éramos tres niños, Gonzalo el bravo, Julio el gallardo, que era yo, y Sinto el esperado.
    
    Fuimos creciendo y Gonzalo se apartó de nosotros porque no quería que supiéramos a qué se dedicaba. Pero yo lo sabía, su trabajo no era otro que vender droga y nos pusimos a mal él y yo, porque le dije que en su vida hiciera de su capa un sayo, pero si me volvía a enterar que distribuía entre los niños del que había sido nuestro Colegio, yo no me callaría. Entonces buscó camelarse a mi hermano Sinto. Un día Sinto me preguntó:
    
    — ¿Qué es eso que vende Gonzalo y dicen que gana mucho dinero?
    
    — ¿Por qué lo preguntas?, pregunté a mi vez.
    
    — Es que los chicos dicen que les vende si yo intervengo, pero con tanto secreto que ya no he querido hacer de intermediario, —aclaró Sinto.
    
    — ¿”Ya no has querido”? ¿Eso quiere decir que lo has hecho?, —dije muy en serio.
    
    — Sí, pero me pareció tan raro que he dicho que no.
    
    — Bien hecho. Para no disgustar a los papás, no digamos nada de momento, pero has de saber que lo que vende es droga, tú no puedes ignorarlo.
    
    Hablé con Gonzalo. Yo iba a la Universidad, segundo año y para Sinto era un apoyo en sus estudios y en su vida, aparte de que en secreto el muchacho me gustaba y lo cuidaba, por la actividad de nuestros ...
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