1. La visita de mi tía


    Fecha: 10/09/2019, Categorías: Sexo con Maduras Tus Relatos Autor: Consejero, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Dejé de ver a mi tia hace ocho años cuando me fui del país con mi madre, en realidad es la mejor amiga de mi madre, pero me acostumbré a decirle tia desde que empecé a hablar, ahora cuento con 21, recuerdo que ya en ese entonces me gustaba mucho, realmente disfrutaba cuando me abrazaba y me pegaba a su cuerpo, me excitaba poder sentir sus pechos en mi rostro, mientras me aferraba a su cintura, siempre tuve deseos de bajar las manos para coger sus nalgas, nunca me atreví. Disfrutaba mucho cuando se quedaba a dormir en casa, me gustaba verla bajar a desayunar en un pijama cortito que me dejaba ver sus piernas y a veces un poco de sus nalgas, una camiseta sin mangas que me dejaba ver sus pezones erectos. 
    
    Me quedé en su casa la última semana antes de salir del país porque mi mamá tuvo que viajar para resolver los últimos asuntos del trabajo que dejaba, mi tía vivía sólo con su mamá, así que no hubo más que compartir conmigo su habitación y la cama.
    
    Fue una semana de erecciones permanentes y de dos o tres masturbaciones al día, me costaba mucho poder dormir sintiendo su cuerpo pegado al mio, sus nalgas, sus piernas, sus pechos, varias veces ya dormida ella, le pegaba la verga en las nalgas, una sola vez en su inconciencia arqueó el cuerpo ofreciéndomelas, puse la mano en su cintura y la pegué más, comenzando a mover, ella despertó y me hice el dormido, bajó su mano y me tocó la verga, inmediatamente retiró la mano y me movió para voltearme al lado contrario, obvio que ...
    ... no abrí los ojos.
    
    Todas las mañanas se levantaba antes que yo para bañarse, me hacía el dormido para poder disfrutar como se vestía, la ropa interior se la ponía dentro del baño y salía enfundada en una toalla, volteaba a ver si estaba dormido, se quitaba la toalla y comenzaba el ritual de vestirse, era una delicia observar como se vestía, disfrutaba cuando se agachaba para meter las faldas o los pantalones, ver como se acomodaban las nalgas en esas prendas, como se acomodaba los pechos en el bra antes de ponerse la blusa o la camiseta.
    
    Me fui del país con esas visiones y nunca las olvidé.
    
    El caso es que mi tía vino a visitarnos con la promesa de quedarse al menos un mes. Fuimos a recibirla al aeropuerto, cuando por fin pude verla me di cuenta que no sólo se conservaba como la recordaba, incluso estaba mejor, sus 46 años le habían sentado bien, los jeans que tenía puestos resaltaban la redondez de sus nalgas, la camiseta dejaba ver unos pechos redondos y duros.
    
    Nos fuimos a comer y después a la casa para que se acomodara, ya que al día siguiente comenzarían el tour que había preparado mi mamá.
    
    Aunque mi mamá había insistido en compartir su habitación con mi tía, yo me negué, por lo que se quedó en mi habitación y yo ocuparía el estudio.
    
    
    Hablamos de muchas cosas antes de ir a dormir, cada que ella se levantaba no perdía la oportunidad para apreciar ese cuero, principalmente sus nalgas que movía con mucha elegancia y cachondez.
    
    Le pedí que me permitiera ...
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