1. La niña de las gelatinas


    Fecha: 26/09/2019, Categorías: Primera Vez Tus Relatos Autor: Ricardo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... una niña saliendo de la pubertad.
    
    En la tarde cuando regrese por mi cambio ella ya no usaba la sudadera, en cambio traía una blusita de tirantes color rosa muy sexi honestamente. Recibí mi dinero y me despedí de ella preguntándole cual era su nombre?, me llamo Marlene, respondió y otra vez se sonrojo. “Hasta pronto niña linda”, me despedi.
    
    Aunque desayunaba en casa, pues mi esposa siempre ha sido muy atenta, ya no podía evitar pasar a comprar un delicioso postre con mi nueva amiguita. 
    
    Este jueves mi esposa, como siempre, se levanto temprano para prepararme el desayuno, traía puesto un pants gris claro muy parecido al que usaba la semana pasada la niña de las gelatinas, no me pude contener y le hice el amor a mi esposa mientras pensaba en mi amiguita, en lo apretadita que debía estar su panochita, en lo durito de sus tetas y sus pequeños pesoncitos y si cinturita delgadita y delicada. Pensaba todos esos detalles mientras mi esposa me hacia una mamada increíble, ella noto mi nivel de excitación pues me comento igualmente excitada que tenía mi verga tan dura como el acero y tan grande como la de un caballo. 
    
    Sin dudarlo ni un segundo la cargue y empecé a metérsela por la panocha recién depilada y a besar sus deliciosas tetas imaginando que eran las de Marlene, no me pude contener cuando empezó a pedirme que le diera su lechita adentro, así explote y me vacié en mi esposa pensando en la niña de las gelatinas, a quien vería mas tarde.
    
    Y volví a hacer lo de siempre, ...
    ... la salude y le pague con un billete de $200, me dijo: hasta parece que lo hace a propósito señor, y justamente así era por eso le dije que era para poder verla de nuevo más tarde y vaya que quería regresar a verla pues llevaba puesto un mallon negro y una blusa amarilla muy pegadita, ella como siempre se sonrojo pero creo que fue mas por que la tremenda erección que me producía imaginarme cogiéndomela se hacía notoria en mi pantalón del traje.
    
    Ese mismo día, en la tarde cuando regrese ella ya había terminado su venta y me dijo que solo me estaba esperando a mí para regresarme mi cambio, por lo que aproveche ese gesto inocente y amable para “pagarle el favor” y me ofrecí a acompañarla a su casa y mas a mi favor que el cielo nublado amenazaba tormenta. Para mi sorpresa no se negó en ningún momento, camino a su casa (que afortunadamente estaba a 10 minutos a pie) yo no podía dejar de pensar que iba a hacer si su mamá o peor aún, su padre me veían con ella…
    
    Le pregunte por que no iba a la escuela, pude notar la tristeza en su voz cuando me dijo que tenía que ayudar a su abuelita, que vivía con ella desde los 4 años y que no conoció a sus padres pues su papá abandono a su madre y cuando Marlene cumplió los 4 años su madre también se fue.
    
    No lo pensé dos veces, sabía que tenía que aprovechar esa oportunidad y le dije que aunque apenas nos conocíamos, si me dejaba yo le ayudaría con gusto, me pregunto cómo es que podía ayudarle? Pues económicamente, le dije.
    
    Yo te puedo ...
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