1. Amanda, la buena vecina


    Fecha: 17/11/2017, Categorías: Hetero Autor: Cabrera1993, Fuente: CuentoRelatos

    ... mi torpeza, agregué mientras me apartaba de la entrada:
    
    — ¡Pero qué descortés soy! ¡Pase! Pase, por favor.
    
    Doña Amanda entró a la casa y sin pedir permiso se dirigió hacia el comedor, dejó los trastos sobre la mesa y volviéndose a mí, me preguntó:
    
    — ¿Querés cenar ya? — Yo… en realidad creo que sería magnífico —respondí. — Excelente —dijo ella con una sonrisa—. Entonces, comeremos ahora.
    
    Me sentí un poco desconcertado, pero ella fue a la cocina y tomó unos platos, los que puso sobre la mesa. Seguidamente puso cubiertos y un par de vasos. Luego tomó asiento y destapó los trastos que había traído, conteniendo un espagueti a la Boloñesa y una ensalada que se veía bastante apetitosa.
    
    Durante la cena conversamos sobre asuntos de poca trascendencia: El clima, mi abuela, su viaje, mis estudios, etc. Sin embargo, ella fue haciendo que la charla se tornara más y más íntima.
    
    Salpicaba la plática con preguntas que denotaban el deseo de conocer más sobre mis aspectos personales. Me miró fijamente a los ojos y yo le devolví una sonrisa, sin saber qué hacer o decir. No pude sostener su mirada y bajé la vista, deteniéndome en sus senos. No pude evitar pensar en lo buena que estaba y en lo mucho que un inexperto como yo podría aprender de esta hermosa mujer.
    
    — ¿Tenés novia? —me preguntó. — No —le respondí un poco avergonzado. — ¿Has estado con alguna mujer? —preguntó con una expresión de lascivia en su mirada. — No —respondí con voz casi inaudible. — O sea, que ¡eres ...
    ... virgen! —exclamó con un gesto risueño
    
    Creo que los colores se me subieron a la cara. Para ese momento tenía una erección que me estallaba a través del pantalón que llevaba puesto.
    
    — ¿Por qué te ruborizas? —preguntó. Lo único es que creí que un chico tan guapo como tú y en estos tiempos, pues…
    
    Bajé la vista. Sentía su mirada clavada en mí, cuando preguntó con suavidad:
    
    — ¿Qué clase de mujeres te gustan?
    
    Pensándolo ahora, no sé cómo me atreví a responderle como lo hice. Quizás fue por la confianza que me estaba inspirando o por el deseo que estaba sintiendo, pero pude contestarle:
    
    — Las mujeres como usted.
    
    Ella comenzó a reírse a pierna suelta y me dijo:
    
    — ¿Cómo yo? ¿Pero estás loco? Yo soy una vieja y tú lo que necesitas es una chica de tu edad. — No, se lo juro, me gustan las mujeres maduras. Como usted…
    
    En ese momento ella me miró fijamente unos instantes. Luego se puso de pie y me pidió permiso para usar el baño. Yo me quedé sentado a la mesa, pensando en lo que estaba pasando, sin saber si había hecho bien o mal en hablarle de aquella forma. Unos minutos después, escuché la voz de doña Amanda, que me llamaba. Me acerqué al baño, pero ella no estaba allí. Sin embargo, estaba abierta la puerta que comunicaba con la alcoba de mi abuela, por lo que me acerqué al umbral, y allí la vi. Estaba acostada en la cama de mi abuela, se había quitado la blusa y la falda, teniendo sólo medias y brassier. Ante aquel espectáculo, no pude menos que experimentar una ...
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