Infidelidad - Relatos Eróticos

Infidelidad

... del establecimiento me agarró por la cintura y me besó de nuevo jugando con su lengua en mi boca. Luego me lamió el lado de mi cara y me chupó la oreja y me susurraba lo mucho que yo le gustaba hace tiempo. Sí, ahora recuerdo cuando un día comenzó a contarme que había tenido sueños eroticos conmigo. No me había gustado entonces esa confesión. Me pareció inapropiado de su parte. Ahora estaba actuando sus fantasías conmigo. Lo peor era que me había gustado. Entramos a continuar trabajando. Al final del día me dijo que quería hablar conmigo. Le dije que tenía que irme. Esa noche durmiendo al lado de mi marido soñé con el. Recordaba cuando me celebró cómo me quedaban esos pantalones que me acentuaban perfectamente el culo. Solo el recordar la escena me hacía cosquillas en el estomago. Sentirme deseada me calentaba más. No entendía cómo podía sentir todo eso y todavía disfrutar a mi marido cuando me agarraba en medio de la madrugada. Me sentía con mucha suerte de poder disfrutar a dos machos que enloquecían por mi. Uno en casa y otro en el trabajo. Al otro día Mark me dijo que tenía que hablarme, que saliéramos al carro. Ya era oscuro. Subimos a la parte de atrás de su carro. Me dijo que no podía dejar de pensar en mi y en lo rico que nos besamos. Le dije que no estaba bien lo que hacíamos. Me miro con una mezcla de amor y deseo y se acercó y de nuevo me besó. Yo no quería pero me sentí de nuevo débil. Su olor me hacía perder la cordura. Me quede ahí como diciéndole “haz lo que ...

... quieras conmigo”. Empezó a recorrer mi cadera y muslo con su mano. Entonces sucedió lo que no pensé que sucedería. Su mano abrió my botón del pantalón y se deslizó entre mis pantis. Yo traté de pararlo pero el forzó su dedo entre mis labios vaginales. Respiraba fuerte en mi oído y con su voz sensual dijo ‘Mmmm, estás bien mojada”. Me chupó la oreja mientras su dedo más largo entraba y salía de mi coño que ya chorreaba lechita. Sus ojos azules se clavaron en los míos y sentí como la lujuria me embargaba. Sentí que mis pupilas se dilataban y las de el también. Me dijo, “quiero que te vengas rico mami.” Yo ya jadeaba de placer. Le dije, “ahhhh! Ya me voy a venir! Ahhhh!” Cerré los ojos y mi cuerpo convulsionó fuertemente. El dejó el dedo metido hasta el fondo en mi coño que se lo apretaba con cada espasmo que provocaba el orgasmo. Fue intenso!  Delicioso! Me sentía un poco culpable pero a la vez sentía también que ya le pertenecía a él. Ese fue el comienzo de una aventura que habría de durar más de dos años. Tuvimos estos encuentros clandestinos muchas veces en el oscuro pasillo donde se pronto me empujaba contra la pared para meterme ese dedo mágico. En un encuentro de esos decidió ponerse de cuclillas para meterme su lengua caliente y mojada hasta adentro después de que jugaba con ella sobre mi clitoris haciendome gemir bajito. Era ya demasiado tarde para echarme atrás. Me hacía venir casi a diario. Era un gran amante. El me decía “soy tu juguete”. Todavía no me había penetrado. ...