1. Mi cuñada me enloquece


    Fecha: 20/11/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... que enseñar a usar el lavarropas porque no sé usarlo. —dijo, todavía a la defensiva.
    
    No era más que una nena que nunca había lavado en su vida. Además, en su manera de hablar, noté que no era una chica cualquiera del conurbano. Tenía ese acento afrancesado de los barrios más pudientes de Capital. Reparé en su ropa. Un pantalón de corderoy negro muy ceñido, y un pulóver bordó. Esas ropas, aparentemente simples, eran de buena calidad, y no las había comprado en una feria. Entonces se trataba de una cajetilla, una cheta, una pija, una nariz parada… Era una chica bien en busca de aventuras, una nena reprimida por un montón de mandatos familiares que decidió irse con un vago, siete años mayor que ella, para saber lo que era la vida. Miré sus manos. Manos delicadas y suaves, de uñas prolijamente pintadas, y perfectamente cortadas. Tenía una mirada blanda con la que me observaba con cierto temor, pero también con curiosidad.
    
    —Quedate tranquila. Mi hermano me dijo que me ibas a ayudar con las cosas de la casa, pero tampoco te vas a convertir en mi sirvienta.
    
    —No me molestaría lavarte la ropa.
    
    —Pero si ni siquiera te debés lavar la bombacha. —dije, algo irritado por su obsecuencia. Ella agachó la cabeza y se puso colorada— Perdón, sonó mal así. Lo que quiero decir es que ni siquiera debés lavarte tu propia ropa.
    
    —Ahora tengo que hacerlo. —Dijo, con un hilo de voz.
    
    —¿Y tus papás saben que estás acá?
    
    —Saben que estoy con Marcelo. —Dijo, evasivamente.
    
    —Bueno, ...
    ... lo más pronto posible les pasás la dirección y el teléfono. Seguro están preocupados por vos. No es bueno hacer sufrir a los padres. —Ella me miró asombrada.— Y no te preocupes por la ropa. Después te enseño a usar el lavarropas, es de lo más fácil. Y no hace falta que laves mi ropa ni que cocines. Conque ayudes a mantener limpia la casa es más que suficiente.
    
    —Gracias. Marce me dijo que eras un pan de dios, y ahora veo que tiene razón.
    
    —No creo que Marcelo haya usado esa expresión.
    
    —Bueno, dijo que eras una masa. —dijo Mariel, riendo.
    
    —Hablando de Marcelo ¿Dónde está?
    
    —Fue a una entrevista de trabajo.
    
    —¿A las seis de la tarde?
    
    —Eso fue lo que me dijo. —dijo ella, y su rostro se ensombreció.
    
    —Bueno, seguro debe estar viniendo. Voy a bañarme.
    
    Transcurrieron semanas mucho más apacibles de lo que imaginé. Al llegar a la tarde, siempre encontraba todo limpio y ordenado. Marcelo solía estar mirando la televisión mientras Mariel terminaba de limpiar la casa. A la noche comíamos juntos. Marcelo cocinaba muy bien, aunque era bastante repetitivo con los platos que hacía, por lo que día por medio pedíamos delivery. Los fines de semana solían salir para ver a conocidos de ambos, o ella iba a visitar a sus padres, quienes de a poco empezaban a aceptar su relación con mi hermano. Yo sospechaba que también solían ausentarse esos días para dejarme la casa sola y permitir que conserve mi intimidad.
    
    Todo era mejor de lo que esperaba, y fue mejor aun cuando, a la ...
«1...345...11»