1. Mi cuñada me enloquece


    Fecha: 20/11/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... tercera semana de estadía en mi casa, Marcelo consiguió trabajo en una empresa de seguridad. Estaba claro que tardaría unos cuantos meses hasta que esto se traduzca en la mudanza de ellos, y eso, si mi hermano sabía conservar el trabajo, pero aun así era una excelente noticia y el ánimo de todos, se levantó aún más.
    
    Eran pocas las cosas negativas en esas semanas. A veces ellos solían discutir por cosas insignificantes, y cuando volvía cansado del trabajo, eso podía ser muy irritante. Por otra parte, los gemidos nocturnos de Mariel, cuando copulaba con mi hermano, me hacían poner cada vez más incómodo, ya que al otro día me la encontraba en la casa, y no podía evitar imaginármela desnuda, gozando, pero esta vez con mi sexo. Trataba de sacarme esas fantasías de mi cabeza, y me decía que mientras se guarden en mi imaginación, la cosa no era tan mala. Por otra parte, Mariel, que siempre era tan ordenada y pulcra, a veces, luego de bañarse, olvidaba su bombacha en la bacha del baño, y yo me veía obligado a fantasear con ella mientras me estaba bañando. Más de una vez me la crucé en la madrugada, después de haber echado un meo, y ella se dirigía al baño con una remera que le cubría la mitad de la nalga, mientras que de cintura para abajo solo vestía una tanguita. Si hubiese sido mal pensado, diría que me estaba provocando.
    
    Mariel era una chica acostumbrada a hacer lo necesario para no causarle molestias a nadie. Y más allá de los detalles anteriormente descritos, era ...
    ... sumamente condescendiente. Siempre hacía lo que se le pedía, y a veces trataba de adelantarse a los deseos del otro y actuaba en consecuencia. Había reparado en que me gustaba ver determinados programas de televisión, y ella enseguida los hizo sus favoritos, por lo que cuando estábamos solos, no había discusión al respecto. Sabía qué sabores de pizza y empanadas me gustaban, por lo que cuando había que pedir delivery no hacía falta que me pregunte. Había aprendido a lavar la ropa, y aunque yo le había dicho que no era necesario, había percibido que detestaba realizar las tareas domésticas, por lo que lavaba mi ropa junto con la de ellos, sin que se lo pida. Era una buena chica, y cuando mi hermano comenzó a trabajar, pasamos más tiempo juntos. Tiempo peligrosamente agradable.
    
    Yo había empezado a salir con una chica, pero enseguida me dejó, alegando que mi cabeza estaba en otra parte, que mi corazón no estaba con ella, y que mi sexo ansiaba otras hendiduras.
    
    No sufrí mucho por eso, y no pude más que aceptar que tenía razón. Mariel rondaba mi casa con sus pantalones ajustados, su cara de facciones hermosas, adornada con el lunar sexy, y su mirada inocente. Y de a poco, eso se convertía en mi mundo. Me gustaba mirarla, sentir su perfume, escuchar sus pasos por los pasillos oscuros de mi casa, que hace mil años era tan solitaria. Me gustaba sentir su cuerpo a mi lado, calentando el lado izquierdo del sofá, mientras mirábamos un programa que ambos disfrutábamos. Me agradaban sus ...
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