1. El regreso de Hilario.


    Fecha: 23/01/2020, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Los siguientes 2 veranos también me llevaron al pueblo y disfruté con “El Grillo” de lo que la naturaleza nos había proporcionado, así como también había disfrutado en el ciclo escolar con mis amigos de la pandilla de la escuela. Lo nuevo que hubo en ese periodo fue lo de Don Nato que, habiendo sido una experiencia de lo más agradable y provechosa, merece un relato aparte y que pueden encontrar aquí mismo con el título de Don Nato.
    Como había sucedido en los últimos 3 veranos, mis padres me llevaron al pueblo. Ya había cumplido los 10 años y con la experiencia que había tenido con Don Nato, ya me sentía todo un hombre de mundo. Durante las primeras semanas estuve cogiendo con “El Grillo”, muy a gusto, por cierto. Le platiqué lo de Nato y nos pusimos a practicar. El avance que logramos fue que ya sentíamos algo como toques eléctricos que recorría todo el cuerpo, luego supe que se trataba nada menos que de orgasmos, si, ya teníamos orgasmos, tanto cuando nos metíamos la verga por el culo como cuando nos mamábamos mutuamente, pero sin eyacular, todavía no nos salían los chorros de mecos. Seguramente algo había, toda vez que nos lubricábamos sin necesidad de saliva y el pito tenía un sabor saladito, pero el tan deseado chorro de esperma aún no llegaba.
    Cuando alguien muere en un pueblo chico, como era en el de mis padres, toda la comunidad se pone en duelo, todos ayudan y cooperan con algo, cuando menos asistiendo al velorio. La mayoría de la gente hace acto de presencia ...
    ... ante los dolientes. Se llora, se cantan “los alabados”, unos cánticos religiosos que siempre se tornan tenebrosos por los tonos que emiten los cantantes. Por alguna especial coincidencia, las noches de velorio son particularmente oscuras, si hay luna y siendo temporada de lluvias, no faltan nubes que la cubren. Noche negra, el duelo por el muertito, los cantos de alabados, el frio de la noche, todo queda a modo para que salgan los relatos de sucesos tenebrosos que provocan tal miedo, que nadie es capaz de moverse del velorio.
    Esa noche, Tlaloc fue buenos con los dolientes y pueblo entero, aunque a lo lejos se visualizaban relámpagos y se oían los apagados estruendos de lo rayos, en el pueblo no llovió. Ahí estaba Hilario, lo vi muy bien con la ayuda de la luz que daba un foco conectado a una pequeña planta de luz, que llevó un potentado vecino, estaba a unos metros de donde mi familia y yo estábamos, se notaba más maduro, después de 3 años de no verlo, lo veía más viejo. Cerca de la media noche yo ya estaba dormitando cuando ya frente a nosotros, le preguntó a abuelo que a donde iban ir a trabajar al amanecer, si al río o a la cañada, en esos días estaba trabajando de jornalero en las tierras de mi abuelo, quien le contestó que él y los demás se iban a encargar de abrir la fosa para enterrar a su compadre, el muertito.
    -Está bien- dijo Hilario y se regresó a su lugar.
    Mi abuelo le tenía mucha confianza a Hilario, siempre era el primero que buscaba cuando necesitaba gente y ...
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