Una joven de 20 años se acuest con el marido de su mejor amiga de 34. - Relatos Eróticos

Una joven de 20 años se acuest con el marido de su mejor amiga de 34.

... compartir el resto de sus días a su lado.

Al menos, eso pensaba.


Se miró una vez más en el espejo del ascensor antes de presionar el botón de la planta. María le había pedido que, a poder ser, llevase una vestimenta elegante ya que, tras la cena, irían a un pub de copas muy pijo de Madrid, así que Paula se había vestido lo más elegante que había logrado.

Un vestido azul marino, ceñido y con dos enormes rajas frontales que llegaban incluso casi al nivel de su ombligo, con un escote de palabra de honor y un bonito encaje que cubría sus hombros y antebrazos. No se había maquillado excesivamente, más que nada porque no sabía como hacerlo, así que se limitó a un intenso pintalabios rojo, y una sombra de ojos dorada y azulada. Todo este conjunto sería una bazofia si no fuese por los increíbles tacones blancos y el abrigo del mismo color, junto con un pequeño bolso de mano. Como había utilizado tanto tiempo escogiendo el modelo y preparándose, sólo había tenido tiempo de alisarse el pelo y atárselo en una alta y larga cola de caballo.

Estaba guapa, aunque en su interior se sentía mal, porque más que elegante, iba sexi, y no es como que el tema de la cena fuese sexi.

Presionó el botó del séptimo piso y tomó aire. Estaba a punto de ver a la persona que más había echado en falta, y a su marido, por fin.

Cuando se abrieron las puertas del ascensor unos intensos ojos azules la escanearon de arriba abajo. María no había cambiado nada, seguía conservándose ...

... increíblemente bien para tener treinta y cuatro años, seguía, como siempre, aparentando la edad de Paula. Su pelo rubio, antes largo y ondulado, ahora lo llevaba corto y liso. Sus labios se extendieron en una enorme sonrisa a la vez que abría sus brazos para recibir a Paula.

- ¡Pero si ya estás hecha toda una mujer! – Exclamó contra su cuello.

Y es que, para María, el impacto era muchísimo más grande. Cuando se había mudado de Reino Unido, Paula no era más que una mocosa de dieciséis años, todavía no desarrollada del todo, y que no quería saber nada de fiestas o de moda. Sin embargo, ahí estaba, luciendo un atrevido vestido con unas curvas envidiables y maquillada como si fuese a una gala.

Tras el abrazo y un gran pero exitoso intento de contener las lágrimas, ambas se adentraron al apartamento de María. Era amplio y, como no, bastante lujoso. Teniendo en cuenta que se encontraba en el centro de Madrid y de que María era el tipo de persona cuya riqueza venía de generaciones atrás, nadie se esperaría algo peor.

- Hola.

Una voz dulce pero masculina sorprendió a ambas a su izquierda. Un chico alto, delgado, pero bastante musculoso, con una penetrante mirada entre azulada y verdosa, se encontraba apoyado en una inmensa barra de cóctel, sonriendo y saludando con la mano.

- Oh, Paula, cariño, este es mi marido, Daniel. Cariño, esta es mi amiga, Paula.

La joven chica se apresuró a darle dos besos como saludo, se dio cuenta, aunque sonase estúpido que, de no haber llevado ...