1. Mi hermoso hijo


    Fecha: 02/04/2020, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Ruffin -Traductor-, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Traducción de una obra de Fitzgeral©
    My Beautiful Son
    
    Sólo llámame Joan. Creo que es mejor mantener mi nombre completo en secreto. Una vez que hayas leído mi historia y averigües lo traviesa que he sido, probablemente entenderás por qué.
    
    Soy una mujer de cuarenta años con una figura bonita y completa y tengo un hijo, llamado Adam, que vivió con su padre después de que nos divorciáramos hace ocho años. Ahora tiene veinte años y tiene un buen trabajo y un lugar propio. Me he quedado con él varias veces.
    
    Este nuevo arreglo no podría haber llegado antes. El anterior acuerdo de custodia significaba que sólo tenía acceso limitado a mi hijo. Un día a la semana era lo máximo que iba a tener. No era suficiente. Mi hijo es lo más importante del mundo para mí y no podía soportar la larga separación de él. A pesar de mi infelicidad por la situación, no había mucho que pudiera hacer. No tenía el dinero o el estómago para luchar otra amarga batalla legal. Además, no sería justo para nuestro hijo. Su bienestar siempre fue lo primero. Así que en vez de eso, canalizé mis frustraciones en hacer que los pocos días que pasamos juntos fueran lo más agradables posibles. Al principio, cuando era sólo un colegial flaco y de ojos azules, fuimos a lugares informativos como zoológicos y museos. Me alegra decir que mis esfuerzos para proporcionar entretenimiento dieron muy buenos resultados. Tenía mucha curiosidad por todo lo que veía.
    
    "Mamá, ¿por qué los chimpancés se molestan entre ...
    ... ellos?" Me preguntó una vez, volviendo su inocente cara hacia la mía.
    
    "No estoy segura, cariño. Creo que tiene que ver con las pulgas."
    
    "¿Pulgas?" Él persistió.
    
    "Sí, se quitan las pulgas unos a otros."
    
    "¿Por qué hacen eso mamá?
    
    "Er... vamos a preguntarle al guardia, cariño."
    
    Por un tiempo lo llamé Quizzy. No había límite para el número de cosas que podía pedir en un día. En ese entonces él quería saberlo todo. Me enorgullecía de poder satisfacer sus necesidades de alguna manera. No me correspondía a mí hacer que todo sucediera, pero ver la felicidad y la gratitud en sus ojos hacía que todo valiera la pena. Era importante que le diera algo para recordar su infancia que no fuera el divorcio. Solía quejarse de que hacer que su padre jugara con él era como sacarle sangre a una piedra. No iba a haber la misma negligencia por mi parte.
    
    Esos días dispersos con Adán fueron indeciblemente preciosos. Cuando tenía que llevarlo a casa al final de cada visita, mi corazón casi se rompía. Sabía que él también estaba triste. Salía del coche, me daba un suave beso en la mejilla, se despedía solemnemente, luego subía por el camino de entrada y desaparecía dentro. Nuestra despedida siempre seguía el mismo triste ritual, y yo siempre lloraba amargamente. A los quince años ya había cambiado notablemente. Se había vuelto más duro y resistente. La curiosidad fue desplazada por la necesidad de emociones y cosas rudas. Seguía siendo tan amable conmigo como siempre lo había sido. Aunque ...
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