1. Una pelea entre amigos


    Fecha: 26/11/2017, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que me ponía loco.
    
    Tenía que hacer grandes esfuerzos para que no notase que me había empalmado. Lo cierto es que Ernesto sabía perfectamente que el juego me excitaba, y al cabo de unos días, yo mismo pude descubrir que las peleas también tenían el mismo efecto sobre la polla de Ernesto, cuando en un roce de la pelea, noté su polla tiesa como un palo. Los dos sabíamos que el juego nos excitaba, pero no hablábamos sobre eso, pese a rozarnos disimuladamente, sin que se notase demasiado cuales eran nuestras intenciones. Nos acostábamos todo empalmados y muy sofocados. Muchas mañanas me levantaba con los slips corridos, y con ganas de llegar más lejos en la noche siguiente. Durante el día no hablábamos de eso. Ni una referencia. Pero cuando llegaba la noche se repetía un juego arriesgado en el que yo quería llegar mucho más lejos. No me atrevía a dar más pasos adelante, porque no sabía hasta dónde querría llegar mi amigo, y tampoco quería arriesgarme a perder su amistad. La verdad es que me estaba enamorando de Ernesto, y fue eso lo que hizo que yo descubriese que me gustaban los tíos. Comencé a fijarme en su paquete, en su cuerpo, y eso.Así fueron pasando los días, y se acercaba el verano, por lo que el calor era cada vez mayor. Los pijamas se fueron quedando en el armario, y Ernesto y yo dormíamos con slip y camiseta. Al final, sólo con camiseta. Estudiar con Ernesto era cada vez más excitante. Cada noche que Ernesto se quedaba a dormir en mi cuarto, el juego se repetía. Yo ...
    ... me dejaba "capturar" para repetir ese juego que tanto nos gustaba. Pronto empezamos a tocarnos con más descaro, y a provocarnos mutuamente de un modo que me calentaba muchísimo. A Ernesto le encantaba inmovilizarme y sentarse encima de mi pecho, agarrándome las muñecas e inmovilizando todo mi cuerpo. A mí me excitaba cantidad sentir el culo de Ernesto sobre mi pecho, y sentir el calor de sus pelotas sobre mí. El bulto de su calzoncillo me calentaba hasta límites insospechados. Quería comérmelo, lamerlo, acariciarlo.Cuando ya quedaba poco tiempo para que se acabase el curso, decidí arriesgarme más y ver hasta dónde quería llegar Ernesto. Esa noche iniciamos nuestro juego como de costumbre. Yo estaba a tope. Dejé que me agarrase, y luché para darle más emoción. La pelea llevó a que Ernesto me tuviese agarrado por el cuello, y que me inmovilizase mis muñecas con sus brazos y apoyándome contra su cintura. En esa postura, Ernesto dejó ante mí su paquete envuelto en aquel slip azul que tanto me excitaba. En ese momento me decidí a dar un paso más, y retarlo. Su paquete estaba a pocos centímetros de mi cara. Me estaba provocando, y mi polla respondía a esa provocación estirándose dentro de mi slip. Le dije:- Ernesto, o me sueltas ahora mismo o te juro que te muerdo la polla.Él se rió y siguió mi juego. Le repetí:- Hablo en serio, como no me sueltes ahora mismo te juro que te muerdo la polla.El juego de los mordiscos había sido nuestro último paso, hasta el punto de que yo le había ...
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