1. La dominación de Karina


    Fecha: 28/11/2017, Categorías: Hetero Autor: etrusko, Fuente: CuentoRelatos

    ¡Qué lento va este taxi, joder !
    
    Karina no veía el momento de llegar a su destino. Tras dos semanas en Buenos Aires, deseaba que llegase de nuevo “su” momento.
    
    —¿señorita, está Ud. segura que esta es la dirección?, le preguntó el taxista.
    
    —sí, es aquí. Respondió ella
    
    Para el taxista era extraño que la cliente que llevaba en su coche, tal como iba vestida, fuese a parar a ese barrio. Solo el valor de lo que ella llevaba puesto debía valer más que toda la ropa que él poseía. Pero bueno, quién era él para decir a dónde llevar o no a un cliente. Que le pagase sin problemas y a por otra carrera.
    
    Amablemente le bajó la maleta del taxi y se la dejó en la puerta del edificio que le indicó su cliente.
    
    —Por fin! Ya estoy aquí.- comentó para sí
    
    Sería solo una visita de una tarde, pero soñaba con llegar.
    
    El edificio se encontraba en un edificio de catorce plantas del conflictivo barrio de La Palmilla en Málaga. Nada más bajarse del taxi ya llamó la atención. No podía ser de otra manera. Karina lucía una estatura cercana al metro ochenta y cinco. Esbelta, vestía una falda negra que ni se acercaba a las rodillas. Su blusa roja estaba abierta en dos botones, y se le podía averiguar sin equivocarse que tendría unos pechos cuya talla estaría fácilmente por encima de la 95. La blusa estaba cubierta por una chaqueta corta negra de Channel. A su figura le acompañaba una melena rubia, muy cuidada y unos ojos verdes esmeralda que la hacían objeto de deseo de cualquier ...
    ... mortal. Si su estatura no era suficiente, Karina llevaba unos zapatos con doce centímetros de tacón, tan finos que ya se adivinaban que esos zapatos no debían tener un precio inferior a los quinientos euros. No llevaba medias ni pantys. A quien iba a ver no le gustaban. Ni se lo permitía.
    
    Sin hacer caso a los comentarios que le llegaban de la calle, se introdujo en el edificio y esperó el ascensor. En la espera, tomó su iphone y releyó el sms: “te espero, pero aparece sin tanga ni bragas”, solo eso. Se dijo que ya podía haber insertado un -mi amor, cariño, o cualquier otro apelativo cariñoso, pero como siempre, el mensaje era corto y secante.
    
    Una vez en el ascensor y con la maleta acoplada, pulsó el número 14. Última planta. Con el ascensor en marcha, se subió la falda y comenzó a quitarse el tanga negro que llevaba puesto. Le hubiese gustado que se lo hubieran quitado, pero quizás otro día. Guardó el tanga en el bolso y esperó a que llegase a la planta de destino.
    
    Una vez allí, salió al rellano y se acomodó el pelo. Estaba nerviosa. Pero ¿por qué una mujer de éxito como ella estaba nerviosa en una situación como aquella? Giró a la derecha y se colocó delante de una puerta vieja, bastante ajada y que había sufrido varios intentos de apertura forzada. Tocó al timbre, pero no funcionaba.
    
    Qué desastre! Pensó ella. Le había dado dinero para arreglar el timbre y aún seguía roto. Dió con la mano en la puerta varias veces, pero nadie abría.
    
    Joder! Exclamó.
    
    Justo cuando ...
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