El Grueso.
Fecha: 17/05/2020,
Categorías:
Confesiones
Tus Relatos
Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Me fui a veranear al pueblo, sólo que esta vez ya no llegué a la casa de mi abuelo, recientemente había fallecido su esposa y se fue a vivir a la casa de una hijastra en el extremo opuesto del pueblo, nuevo barrio, nuevos amigos, nuevos juegos, sin embargo, eventualmente tuve encuentros con mis anteriores para hacer lo que hacíamos, por cierto, igual de grato y algo más, ya había penetraciones completas y abundantes eyaculaciones por arriba y abajo.
En cierta ocasión me quedé dormido en la cama de la hijastra de mi abuelo y su esposo, un hombre de campo de unos 50 años de edad, al que le decían “El Grueso” y que ya tenían hijos como de mi edad. Para no moverme, ellos se acos-taron en la misma cama, uno a cada lado de mí. En una despertada que me di, noté que la señora tenía el brazo sobre mi cuerpo y de inmediato lo retiró, era que con la mano estaba agarrando la verga de su hombre y al retirarla, aquello le que-dó expuesto. En un movimiento para reacomodarme, una de mis manos quedó tocando el glande del hombre, justamente en el orificio de la uretra llena de líquido viscoso y aún tibio, sin precisar si era el preeyaculatorio o el de una eyaculación, el caso es que lo sentí agradable. Haciéndome el dormido, empecé a tocarlo más y más y más… Seguramente el hombre también estaba fingiendo dormir, no decía nada ni hacía más que pequeños espasmos, se notaba que lo estaba gozando… yo también…y mucho, la verdad.
Poco a poco fui haciéndome de su cabeza, mi mano estaba totalmente ...
... embarrada del viscoso líquido y seguí explorando lo que seguía. Al querer pasar la mano más allá del glande, noté que éste se hacía más grueso, tanto que finalmente ya no alcancé abarcarlo con mi mano, me faltó puño, parecía que estaba aprisionando la canilla de un brazo, pero no, era su miembro que se engrosaba más conforme iba avanzando. Estuve acariciando aquello hasta que me quedé dormido sin quitar la mano de ahí, ni siquiera sentí cuando lo solté, sólo vi que amanecí con la mano llena de esperma, o lo que haya sido, ya seca y de una dura y escamosa consis-tencia.
Todo ese día y algunos más, no paré de recordar aquello, preguntarme de que se trataba y deseando hacerlo nuevamente, pero no se daba. Una vez, estando con Hilario, le pregunté del porqué el apodo de “El Grueso” y me dijo que tenía la fama de tenerlo muy grueso, eso aumentó mi curiosidad. Por razones obvias, de ningu-na manera podía tocar el tema de aquella noche y más aún cuando en varias oca-siones intenté hacer la misma estrategia, pero no funcionaba, me cambiaban a la cama que me correspondía, hasta que un buen día sucedió.
Era domingo por la tarde, ya de regreso de un partido de fut-bol del equipo del pueblo, encontré la casa sola, todos se habían ido a un evento religioso, me fui a un pequeño granero y me recosté sobre un costal de maíz. Al rato entró “El Grue-so” que por su lado también había ido al juego. Llegó directo, como que ya sabía que yo estaba ahí.
Entrando me preguntó, —que tal el partido? — ...