1. El Grueso.


    Fecha: 17/05/2020, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... pesado. Si estuviéramos en una situación menos comprometida, seguro que hubiera pegado un gran grito que me hubiera gustado tanto como lo que me acababa de dar.
    Me tomó de la cabeza con sus manos como queriendo que no me retirara de ahí, algo que ni siquiera pasó por mi mente. Siguió haciendo suaves pero enérgicos movimientos y yo seguí disfrutando de lo último que le estaba saliendo por el orifi-cio de su picuda cabeza. Ambos exhaustos pero muy satisfechos, tomamos la penosa decisión de terminar con aquel inmenso placer que nos dimos, no sin an-tes darle unas últimas chupadas para sentir en vivo, como aquello iba recuperando su estado pasivo, hasta que llegó a un mínimo con lo que observé la otra forma de su preciado y precioso miembro.
    El glande quedó casi igual, no bajó de tamaño, el resto de la verga quedó más delgada que la cabeza que fue cubierto casi totalmente por el prepucio y todo col-gando como un badajo de campana. Según me comentó “El Grueso”, así lo ha tenido siempre y esa fue la causa de su apodo impuesto desde niño y que de jo-ven fue un problema para sus conquistas, sin constatar nada, nadie quería coger con él, así que recurría a la masturbación muy seguido y eso se lo fue engrosando hasta quedar de esa forma y tamaño. Ya casado, después de tener 4 hijos, la se-ñora poco quiere con él, sólo le hace lo de aquella noche, pero sin penetrarla por ninguno de sus orificios ni en la boca, sólo con la mano y tirando todo el esperma. Su mujer ya no quiso tener más ...
    ... hijos y se ató las trompas, pero él quedó comple-to, de ahí su potencia que me mostró y el sabor de la leche que me brindó en esta primera sesión, que él nunca había experimentado. La verdad es que todo esto que me platicó me entusiasmo mucho, sólo me preocupaba el grosor de su verga, mucho más que la de Hilario y Nato… Cómo le iba hacer cuando llegara el día en el que lo quisiera que me lo metiera por atrás, sólo pensarlo me llenaba de deseo y preocupación…
    Durante el resto de las vacaciones seguimos haciendo lo mismo, pero cada vez que estaba con Hilario y me lo metía por atrás, recordaba la complexión tan espe-cial de la verga de “El Grueso” y me invadía la tentación por saber qué se sentiría tenerla adentro, me venía el deseo de probar lo que pasaría si me lo metía: Se rompería el tejido de mi ano?... Sangraría?... Valorando esas posibilidades, nor-malmente llegaba a la conclusión de no hacerlo, al fin de cuentas me satisfacía mucho el abundante alimento que me proporcionaba oralmente y además, él no insistía en metérmelo, tal vez por el temor de hacerme daño y finalmente ser re-pudiado, como ya lo había hecho su esposa. Pero la carne es débil y el diablo muy cabrón.
    “El Grueso” había acondicionado un lugar en el granero para que yo estudiara, recién me había graduado de la primaria y me estaba preparando para el examen de admisión a la secundaria. Nada especial, se trataba de un rincón en donde pu-diera estar tranquilo con mis lecturas pero, además, nos servía muy bien ...