Perversos vecinos (Parte I)
Fecha: 01/12/2017,
Categorías:
Microrelatos,
Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
... Cuando hacen al amor, Paula, cuando fifan…
- Cuando cogemos? si, que pasa? – apuró ella con total desparpajo
- Bueno, es que… son muy efusivos… los ruidos… los gritos… yo no puedo dormir… y necesito descansar…
Mi vecina se rio a mas no poder, con soltura, me pidió disculpas, y se excusó en que Adriano era un excelente amante, y no solo eso, me contó con lujos de detalles ‘sobre la deformidad’ que tenía el entre las piernas que le impedían no gritar de placer. Luego volvió a pedir disculpas y me prometió que hablaría con su esposo y verían que hacer al respecto.
No sé por qué en ese momento la noté con una falsa modestia y una mentira para salir del paso, hecho que comprobaría esa misma noche cuando los ruidos y los gritos se repitieron como de costumbre.
Pero algo había cambiado en mi después de esa corta charla, realmente en mi cabeza empezó a cruzarse la imagen de la verga enorme de mi vecino y cada vez que ellos hacían el amor yo me imaginaba en el lugar de Paula y terminaba masturbándome hasta tener enormes orgasmos, hasta improvisé con frutas y hortalizas para llenar mi hueco caliente.
La relación con ellos era de lo mejor, y cada vez que me cruzaba con Adriano yo no podía dejar de imaginar su entrepiernas, como tratando de adivinar si Paula había dicho la verdad o solo se había burlado de mí, además el tipo era un adulador de primera y adivinaba que Paula le había contado de nuestra charla en el pasillo.
La terraza parecía ser un lugar de pruebas ...
... para ellos, el tendedero daba casi a mi patio y me parecía demasiada casualidad que la ropa interior de ambos siempre estuviera secándose en la línea más cercana a mi casa, imaginaba yo o era provocación? podría describir con memoria fotográfica toda la lencería de mi vecina, unas tangas pornográficas que hubieran cabido con facilidad en el puño de mi pequeña mano, o los exagerados sostenes necesarios para contener sus impresionantes tetas, y hasta los bóxer ajustados que no podía dejar de imaginarlos en el cuerpo escultural de Adriano. Ellos no lo saben, pero una vez el viento arrancó uno de sus calzoncillos y terminó en mi terraza, se transformó en mi fetiche, y cada vez que me masturbaba junto a sus gritos y mis juguetes improvisados, refregar su prenda íntima por mi cuerpo fue toda una fuente de inspiración.
Y esta última semana pasó lo más insólito.
El martes fui a la terraza a colgar mis prendas recién lavadas, pero algo me detuvo en el cuartito de arriba antes de salir al tender, me quedé paralizada, dura, como si alguien hubiera detenido el mundo en ese momento.
Desde mi ventana, apenas oculta tras las traslúcidas cortinas, pude ver con claridad el cuartito de mis vecinos, todo era demasiado nítido, Paula estaba sentada sobre una pequeña mesada, con sus piernas abiertas, desnuda, al medio, Adriano la cogía con vehemencia, la ancha espalda de mi vecino se contraía en miles de músculos, ella lo abrazaba y rasgaba con sus uñas al punto de dejarlo marcado, el ...