1. El esclavo romano


    Fecha: 27/07/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Máximus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... monedas mientras que los esclavos que me acompañaban encadenaban a mi reciente adquisición a mi caballo. Subí a mi caballo, pero antes de subir le di una nalgada al muchacho que lo hizo dar un brinquito. Me volteó a ver con ojos de matador y yo le devolví la mirada. ¡Dioses, como me prendía el carajito! 
    -¿Cómo te llamas?
    Le pregunté sin dejar de mirarlo a los ojos. Los ojos de él echaban fuego por la ira. No recibí respuesta y volví a preguntar, ahora gritando.
    -¿CÓMO TE LLAMAS?
    -Baddo.
    Me respondió y noté que quería llorar de puro coraje.
    -Te llamaras Skýlos, que quiere decir perro. Porque eso serás ahora para mí, ¿entendiste? 
    No dijo nada, y yo le di una bofetada para luego repetir la pregunta.
    -Sí, entendí.
    Dijo y una lágrima empezó a correr por su mejilla roja.
    -Si te portas bien puede que te deje dormir y comer adentro.
    Monté en mi caballo y emprendimos el regreso a la villa. Durante el camino muchos y muchas mano larga tocaban a mi muchacho, quien caminaba con la cabeza baja y quitando el cuerpo cada que sentía un rozón de alguna mano.
    -¡No lo toquen, moscas! El chico es mi propiedad. 
    Y la gente dejó de manosearlo. 
    Llegamos hasta la villa romana en la cual vivía. Era un hermoso palacio de columnas, patios, jardines y estatuas. Skýlos no pudo evitar sorprenderse y miraba todo con ojos de asombro.
    -¿Te gusta perro?
    Él no contesto, me regresó una de esas miradas suyas.
    -Podría ser tuyo si te portas bien.
    Dije y di un rápido vistazo a su pene ...
    ... flácido.
    Él lo notó e intentó girarse un poco, para ocultar su herramienta con su pierna. Yo me reí. 
    Entramos al interior de la villa, directamente a mis habitaciones. El chico mis dos esclavos y yo.
    -Quítenle las cadenas.
    Ordené y mientras lo desencadenaban yo hablaba con el muchacho.
    -Esta es mi casa, todo lo que está en mi casa es de mi propiedad. Tú vivirás en mi casa, comerás de mi comida y dormirás bajo mi protección, así que eres mío. De mi propiedad. ¿Entendido? Y como eres mío yo te puedo pedir que hagas lo que yo quiera, porque si no lo haces, entregaré tus bonitas nalgas al coliseo para que los leones te las coman. ¿Entendiste?
    Ya habían terminado de desatarlo y mis dos esclavos tomaron su lugar uno a cada lado de la puerta de entrada, para evitar un escape o ayudar si las cosas se volvían en mi contra.
    -Prefiero ser devorado por bestias nobles, que por un cerdo.
    Me dijo mirándome a los ojos y luego escupió en el piso. Aquello en lugar de molestarme me calentó a mil. Su hombría juvenil, su cuerpo desnudo frente a mí, y su valor lo habían convertido en el objeto de mi deseo, y mi verga erecta bajo mi túnica me decía que era tiempo de robarle al chico su tesoro de macho.  
    Me abalancé a él y aprisioné sus brazos en un abrazo. Luego lo besé contra su voluntad. Él gimió y mordió mi lenga cuando intenté meterla en su boca. Los solté y lo miré molesto. Tenía que domar a ese perro mordelón, y para domarlo debía hacerlo mío. 
    Me quité la túnica dejando a la vista mi ...