1. El esclavo romano


    Fecha: 27/07/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Máximus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... prominente verga venosa que apuntaba al techo. Los ojos de Skýlos se abrieron como platos y, como hipnotizado por el pedazo de carne, no pudo ver el puñetazo que le di en la barbilla. 
    Cayó en el suelo boca abajo. Dejando a mi merced sus esponjosas nalgas. No lo dejé siquiera levantarse sobre sus rodillas cuando me dejé caer sobre él. Mi peso superior le impedía levantarse, y  a pesar de su lucha, nada pudo hacer para quitarme de encima. 
    -¿Te gusta morder, perro maldito? ¿Te gusta morder? 
    Le decía al oído y él gritaba de ira. Yo le apretujaba una de sus peluditas nalgas con una de mis manotas, amasándola. Puse mi verga en su rajada y él apretó sus cachetotes como para impedir mi entrada. Pero eso en lugar de ayudarlo lo único que hizo fue calentarme más. Empecé a sobar mi cabezota por su raja, y con la punta de mi verga buscaba su entradita trasera. El presemen que yo soltaba era tanto que empapé sus vellos anales de liquido viscoso. Por fin sentí un huequito, una hendidura milimétrica que estaba bien sellada. Apunté mi verga al hueco y le dije al oído.
    -¿Te crees muy hombre, verdad? Vas a ver lo que es ser cogido por un hombre de verdad.
    Y sin avisar, le metí toda la verga de un solo tirón. 
    Skýlos gritó muy fuerte, y sus ojos se volvieron llorosos. Gritaba y maldecía en su idioma y daba puñetazos en el suelo con toda su fuerza. Yo no me movía. El interior del muchacho estaba hirviendo y era tan apretado que por momentos temí que mi verga sería machacada por sus ...
    ... paredes anales. Su fundillo hacía honor al nombre de “fundillo” puesto que era en verdad una fundidora. 
    Yo no me movía, Skýlos sí. Se arremolinaba bajo mi cuerpo, pegaba de gritos y maldiciones, apretaba su esfínter anal que parecía querer guillotinar mi verga. Todo eso empezó a hacer que sintiera unas hartas ganas de correrme.
    -¡Niño, deja de moverte, por Zeus! 
    Le gritaba y lo sujetaba del cabello.
    Pero el no se dejaba de mover, y era tanto la excitación que sentía, y tan rico que sentía el interior del esclavo que mi verga disparó contra mi voluntad. Chorros y chorros de leche fueron a parar a los intestinos del muchacho. Quien al sentir el hervidero en su interior empezó a llorar de vergüenza e impotencia mientras apretujaba sus nalgas con cada chorro que yo aventaba, como si su culo mamara mi verga en busca de más leche espesa. 
    Dejó de moverse, y de llorar, su respiración continuaba agitada, pero estaba calmo. Me levanté como pude. Estaba desforzado. Cuando mi verga aún parada salió del culito anteriormente virgen se escuchó un “pop”. Estaba tan nalgón él y me había corrido tan adentro que su culito no sacó ni una gota de mis jugos de macho. 
    Lo miré tirado en el suelo. Él y yo estábamos sudados. Y mi verga aún no estaba satisfecha. Mis huevos aún tenían mucha leche para entregar. 
    Le di unas nalgaditas suaves y le pedí que se levantara. Que el día era joven y que aún no habíamos siquiera empezado.
    
    
    Continuara…
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