Barbería, Folladero 1 y 2 de Wakandia
Fecha: 11/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos
... misma edad se abrazaba a él y le anunciaba que había reservado una mesa para toda la familia.
A la mañana siguiente comían los cuatro juntos —Merche, su marido, José y Cesar —; el marido de Merche divagaba sobre lo que posiblemente sería un pequeño libro sobre el lugar, daba según él esa vertiente lírica y esa misma tarde la víspera de su partida la emplearía en analizar mediante el terreno algunos pasajes. Por su parta Merche la ocuparía en tomar el sol.
Una vez levantados de la mesa José y Cesar se tomaban una copa en el bar.
—Espero que no me guardes rencor, pero comprende que las circunstancias y mi gerencia condicionada de la empresa —dijo Cesar.
—No te reprocho nada, solo que no sé cómo te prestas a ello, eso de tapar la coartada de una mujer frívola invitando a beber a su marido y encima se te veía tan real, no me cabe en la cabeza. No sé qué impresión le habrá dado a Merche y su marido esto. En el mercadillo ayer, sin ir más lejos… Es bochornoso. Lo siento por Merche, vale tanto, no está acostumbrada.
La Merche acostada en su hamaca observaba el bullicio de la piscina, ese olor a cloro, el sol le cegaba, no podía tomar mucho el sol sus pecas se remarcaban más. Tenía un cuerpo protuberante, macizo aún su sedentarismo. No tardo en irrumpir en escena y otra vez colocándose en el mismo lugar el chulo piscinas de la otra vez. Con la penetrante mirada de cazador a través de sus gafas de cristales de espejo le hizo un ademán con la cabeza a modo de saludo. ...
... Volvió a su ritual y se volvió a despojar su camiseta para quedarse con su tanga de tirantes, para coger carrerilla y en carrerilla lanzarse en la piscina. Una vez allí su vista volvió a evaluar las posibilidades mirando a Merche. Hubo cruzamiento de miradas y en un ladeo achulado machote le hizo una indicación.
La inteligencia humana no comprende la continuidad absoluta del movimiento. Las leyes de un movimiento cualquiera solo son comprensibles para el hombre cuando examina de forma separada las unidades que lo componen. Pero al mismo tiempo la mayoría de los errores humanos emanan del hecho de aislar de un modo arbitrario, para observarlas aparte, las unidades separadas del movimiento continuo.
En ese mismo momento el botones corría hacía el despacho de Cesar.
—Oiga tengo que decirle algo —dijo el botones con la respiración entrecortada.
—¿Qué te pasa tan nervioso otra vez?
—¿Se… se… se han levantado a esa señora que usted conoce, la…!
—¡¡No Jodas!! ¿Pero llevan intenciones? ¡Si es así no me lo pierdo!
—¡Pinta jodienda con la señora esa que conoce, la orgullosa, la relamida!
—¿Dónde te parece que van?
—Fijo que en folladero nº2 el más apartada. He visto como ella iba tras él; ¡La jodida tiene hasta pecas en culo! ¡Lo dicho, casi seguro que se la va a trajinar en el 2!
José, estaba tendido en la arena a pocos metros el ingeniero y su mujer, le había saludado, mal que le pesara, no le caía muy bien desde lo de la excursión del autobús. Miraba al ...