1. Barbería, Folladero 1 y 2 de Wakandia


    Fecha: 11/12/2017, Categorías: Gays Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos

    ... cielo cuando vislumbró a Merche que caminaba como sonámbula en dirección a las dunas. Se levantó para ir a saludarla, en ese instante ya tenía detrás al ingeniero.
    
    —¿Habrá suerte?… Creo que sí, el jamelgo se levanta muchas —dijo el ingeniero.
    
    —No sé a qué se refiere —dijo en tono de confusión José.
    
    —No me diga que no ha visto el piel de ébano que va delante de ella —dijo el ingeniero apuntando con la mano hacía el horizonte —. Desde luego está brava la jamona que va tras el podenco, algo pecosa, pero ya verás…
    
    —No malinterpreta las cosas, ella… ella… no es de esa clase baja de gente —respondió en tono molesto y airado José.
    
    —¡Ja, ja, ja! ¡Ahora lo veremos!
    
    Caminaban por la empinada duna, ya no se vislumbraba a Merche, estaban algo desorientados; José se desentendió del ingeniero y quedo rezagado no le gustaba su presencia, vago solo entre las dunas una media hora. De pronto, al bajar otra loma de la duna vio como el ingeniero estaba algo agazapado y mirándolo le dijo:
    
    —¡Ves! Qué te decía yo, incluso el cabrón sabe que lo estamos mirando, mira como ladea la cabeza.
    
    Estaba en lo cierto el ingeniero y era natural que un hombre que no conoce el funcionamiento de una máquina humana como era el caso y creía que al verla en actividad se resentiría, pero se retroactivo y le dio ese plus de actividad. Era consciente que tras él lo estaban observando y arriba, agazapado el José era otro espectador.
    
    Merche arrodillada mamaba el manubrio, sacado por un lado ...
    ... del bañador de tirantes los testículos estaban ladeados y en miembro apuntaba de frente la boca de Merche, la cual intentaba abarcarlo sin poder abarcarlo todo. Entonces, al sentirse observado el chulapo empezó cañoneo bucal, atenazándola por la nuca y empujando hacia adentro hasta que todo el cipote era engullido. Salía espuma por la nariz de la Merche, salivaba y babeaba; sus mejillas estaban hinchadas como globos. Era una especie de huracán en su boca, solo podía respirar por la nariz, se atragantaba. El macho sequía erguido y achulado. Viendo que la Merche no podía mamar más le dio un descanso en el cual se cogió sus testículos ladeados y se los hizo comer y lamer.
    
    Cesar oteando desde arriba pensaba que un hombre, (ese gigoló que le aplicaban una mamada, o bien podría decirse que le follaba la boca) siempre que se movía adjudicaba una meta a su movimiento. José sabía que ni siquiera se había quitado el bañador y ella aún estaba con el suyo puesto; pero era una señal de hombría y varonilidad por parte del chulo.
    
    Una vez acabada la lamida de huevos con una inusitada energía y velocidad despojo del bañador a la Merche (Facilidad encomiable ya que no llevaba bikini, sino un bañador de una pieza) quedando desnuda al completo al mismo tiempo que daba vueltas alrededor de ella.
    
    —¡Dios, como la chulea! —Exclamo el ingeniero agazapado.
    
    —Yo, yo… yo… me… iré. Nunca hubiese imaginado… —respondió José.
    
    —¡Ni se te ocurra! Vas a levantar la pieza. ¡Ni te muevas! —ordeno el ...