1. Un fornicario suelto en Puebla


    Fecha: 03/08/2020, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Géminiskuri, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... nocturno. Y como a la hora y en una parada se sube una señora con un bebé de brazos y un anciano, acompañada de una niña de edad escolar.
    
    Estaba un poco dormitando cuando la señora me llama la atención:
    
    "¡¡Señor, señor!!".
    
    -¿Si, si; le pasa algo, a sus órdenes?.
    
    "¿No, es que lo veo sólo aquí, y me gustaría sentar a mi hija con usted?".
    
    -¿Si, y no será mejor que la niña esté con usted y el bebé y me manda al señor para acá atrás que hay más sillas solas?.
    
    "No, no puedo, porqué ese señor es mi suegro y está mal del Alzheimer y debo estar al lado de él, pues dice disparates y se quiera bajar, y debo controlarlo".
    
    -¿Ya veo, y dónde está la niña?.
    
    "Ella, ya se la llamo, se llama Sofía."
    
    Es así, que la joven madre con el bebé de brazos, llama a Sofía, y se acerca una niña menuda y vivas, con grandes ojos verdes y un cabello rubio. Tenía una ramera polo y unos pantalones de mezclillas azul de moda.
    
    Yo miré para los asientos de los lados y todos los ojos de los hombres mayores y con olor a licor me miraban con pícara malicia. 
    
    Le pregunté a la niña que lado prefería, si el lado del pasillo o la ventana. Contestó su madre que prefería el pasillo para poderla ver de vez en cuando. Le hizo unas observaciones y se marchó a su lugar, cinco puestos delante y de mano izquierda.
    
    El aire del autobús estaba full frío, ya habíamos salido del Estado de Tamaulipas buscando la interestatal rumbo a Puebla.
    
    Yo abrí mi refresco y unos pastelitos para la fatiga ...
    ... de la media noche y después intentar dormir las próximas 6 o 7 horas restantes del largo viaje. Apagaron las luces y el bus quedó en tinieblas, una que otra luz era de los carros raudos en la vía que como ráfagas alumbraban la penumbra de nuestro vehículo.
    
    Le ofrecí y ella, la niña no aceptó. Le pregunté como se llamaba, y me dijo Sofía Gómez, muy sería estaba cruzada de brazos creo soportando el crudo frío del Termoking, yo saqué de mi maleta de mano una zarape grande que llevo siempre en mis viajes y ladie mi cabeza a la izquierda y traté de buscar el sueño. 
    
    Parece que el frío no lo soportaba y al ver que mi cubierta llegaba desde mis cuello hasta los pies; empezó a juntar su cuerpecito con sus manitas, pues titirantes y adjuntas a mi muslo y brazo. No tenía ninguna malicia ni prevención qué me incorporé un poco y abrí la manta con mi mano derecha para echarle un poco en el cuerpo.  No acababa de hacer eso, cuando la mamá se acerca a vigilar y al ver mi atención, me dijo:
    
    "Me tenía preocupada el frío con ella, no traje nada para ponerse encima, le agradezco, sé que usted es un universitario y me la va ha cuidar. Se lo agradezco."
    
    No le contesté nada. Había visto que la niña estaba cubierta hasta el cuello como yo y rejuntada a mi hombro, profundamente dormida.
    
    En medio de la velocidad y meneo de zigzag y frenos y pares aveces abruptos la niña fue callendo sobre mis piernas. Yo miraba en la oscuridad de la vía las sombras del altiplano, y el rostro de la niña ...
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