1. El esclavo romano II


    Fecha: 05/08/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Máximus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... revolvía y gritaba que no quería volver a ser cogido a veces en mi idioma a veces en el suyo. En poco tiempo lo tuve atado de pies y manos boca abajo en la cama. Su cuerpo hacía una X en toda la cama. 
    Ya bien atado a pesar de que intentaba moverse todos sus intentos eran en vano. Y el apretujar de vez en cuando las nalgas no le servía de mucho. Desde mi posición al pie de la cama podía ver también sus huevos apretados en la colchoneta, de vez en cuando el muchacho levantaba la cadera como para zafarse y me dejaba ver por segundos también su pene flácido. Cuando volvía a bajar la cadera su pene quedaba oculto y se le veían solo las bolas.
    Ya no quise esperar más. Si esperaba más mis huevos seguro estallarían por sobrecarga de esperma. Así que me lancé de cara directo a su colota de macho. Lo primero que hice fue oler sus cachetotes, cosa que no había podido hacer. La piel de sus nalgas olía a sudor juvenil y también a algo de semen por mi anterior corrida. Puse lentamente ambas manos en cada una de sus nalgas y sentí que estas estaban hirviendo. La piel de sus nalgas, a pesar de tener bastantes pelitos negros, se sentía tersa y joven. Apreté sus nalgas lentamente y sentí la firmeza de un culo de campeonato. Jamás había sentido un culo tan esponjoso, firme y caliente como ese. No aguanté y le di una nalgada, ya que el muchacho tenía unas esponjas muy nalgeables. Skýlos seguía hablando en su lengua. Según el tono de su voz yo entendía que pedía piedad, pero nada podía ...
    ... detener mi deseo de poseerlo nuevamente. 
    Separé poco a poco sus nalgas y una selva de pelos negros empezó a aparecer en el interior de su rajada. Sus pelos se veían brillosos y húmedos, y soltaban un olor a semen y sudor que me excitaba a tal punto que mi verga dolía. De pronto Skýlos apretó sus nalgotas, como un último intento por salvar su hombría que seguro aún no se recuperaba de la última cogida. 
    -¡Abre!
    Ordené. Skýlos apretó más fuerte. Yo empecé a nalguear con mucha fuerza al muchacho con la palma de mi mano. El ruido que hacía mi piel contra su piel era tan fuerte que se escuchaba hasta afuera de la habitación. Skýlos gritó y escuché como me decía con la voz quebrada.
    -Ya… ya…
    Y relajó sus nalgas. Yo seguí con mi acometida y volví a abrirlas. Hice a un lado a algunos de sus pelitos anales y me pareció gracioso que gracias al semen que tenían se podían peinar literalmente. Así que “peiné” sus pelos anales hasta que tuve a la vista su agujerito de varón. 
    Era el hoyo más hermoso que había visto, mucho mejor que el de mi mujer. Estaba más chiquito y se veía muy apretadito. Además que los pelitos juveniles a sus alrededores le daban un toque extra que no había experimentado antes. Su entradita trasera se notaba un poco rojita debido a la fricción que había causado cuando me lo cogí. Pero, a pesar de ya no ser virgen, continuaba con el agujero bien cerrado.
    Le llamé al otro par de esclavos y les pedí que me echaran una mano con mi tarea. Les pedí que me ayudaran ...