1. Dulce y amarga amistad (10)


    Fecha: 16/12/2017, Categorías: Gays Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... perdiera. Después me arrepentiría de mi extrema sumisión, ahora solo quería darle placer, demostrarle que no encontraría hombre o mujer que le hiciera gozar como yo lo hacía.
    
    Soporté que me follara la boca salvajemente, con toda la polla en mi garganta, ahogándome a veces, pero todo era insuficiente para que él gozara, se corrió con tremendos trallazos de leche directamente en la garganta, sin sacar la verga a mi boca y luego se dejó caer de espaldas en la cama mientras terminaba de limpiarle la verga, lamiendo mis babas y el semen último que le resbalaba de la uretra.
    
    Me senté a su lado observándole como respiraba fatigado, el trabajo lo había hecho yo y él era quien estaba cansado.
    
    -Eres increíble, me la mamas como nadie lo ha hecho, eres delicioso mi muñeco. -Quería sonreírme pero estaba aún sin aliento.
    
    -Ahora dime lo que tenías que contarme.
    
    Hubiera sido mejor no saberlo, no haberle preguntado. Escuché la proposición más deshonesta que pudiera ofrecerme alguien, sentía que el pecho se me rompía de dolor. Pretendía que me convirtiera en su amante, en un puto a su exclusivo servicio, compartirle con una mujer quedándome con los peores momentos. La oferta más humillante que me podía haber hecho, y demás adornándola como excelente y natural para nuestra conveniencia.
    
    Mi reacción ya la conté con anterioridad.
    
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    Unos meses más tarde Demian marchaba a la capital para seguir allí sus estudios, durante esos meses las relaciones familiares ...
    ... continuaron como si no hubiera pasado nada. Demian y su padre no sabían que yo había escuchado su conversación, o parte de ella. Paula era una tumba y yo no iba a enseñar mis cartas.
    
    A regañadientes aceptaba los besos de mi tío al encontrarnos o los abrazos de Demian, ahora fríos y a veces desdeñosos después de mi negativa a aceptar su oferta, ofendido por no ceder a sus pretensiones, todos disimulábamos, nada pasaba, pero la familia se había roto.
    
    Volví a frecuentar mis amistades, a pasar más tiempo con ellos, haciendo las salidas nocturnas que en casa me permitían. Por entonces Álvaro había comenzado a salir con una muchacha, morena y linda, preciosa de rostro, pero algo rellenita, parecían felices y estarlo pasando bien.
    
    Había veces que no aparecía en nuestro bar ni participaba en las reuniones, y sin saber el motivo me sentía molesto, egoísta de mi conveniencia, quería que ahora me atendiera porque me sentía solo. Había sido uno de mis primeros y grandes amigos al que descuidé como a los demás para atender en demasía a Alfonso y luego a Demian. No podía exigir más atención de la que yo había dado.
    
    Ya le había explicado que lo mío con Demian había terminado, sin darle detalles innecesarios, fue una tarde en su casa, balanceándonos en los columpios que soportaba el gigantesco y viejo tejo en la zona más alejada del jardín. Era un lugar que me agradaba y donde tanto habíamos jugado de niños, en peligrosas escaladas rompiéndonos los pantalones.
    
    Me estaba mirando ...
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