Dulce y amarga amistad (10)
Fecha: 16/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... recuerda? -Hubo un molesto silencio.
-Me entregó una tarjeta por si le necesitaba.
-¿Tienes alguna molestia?, ¿ha surgido algo? -El hombre parecía preocupado y de alguna manera aun me recordaba, eso me alentaba en mis propósitos.
-No tiene que preocuparse, en realidad estoy muy bien, solo quería que nos viéramos, no le robaría mucho tiempo, me pareció usted muy amable por como me atendió aquel día. -Le hablaba en tono suave y suplicante, no olvidaba como me había mirado y retenido la mano, estaba seguro de que le gustaba a aquel hombre y que no se negaría a recibirme y la respuesta llegó al instante.
-¿Te invito a comer? No tengo con quien estar al mediodía.
-Espero no molestarle demasiado, pero de verdad se lo agradezco. -Mi vocecita sonaba dulce y hechicera, entregada.
-Pero trátame de tú, es un favor que a cambio te pido, me haces parecer mayor, en una hora dejo el trabajo para atenderte. ¿Puedes acercarte a mi oficina?
-Tu puedes llamarme Jesús y por descontado qué sí. -Saltaba de alegría por dentro, el primer paso estaba dado. Quedamos en vernos en un bar restaurante cercano a su empresa, yo le esperaría a que saliera, no quería hacerme visible ante sus empleados.
J. C. serviría maravillosamente a mis propósitos, su empresa de componentes electrónicos y de vigilancia sería esencial e imprescindible para llevar a cabo mi proyecto.
Estaba sentado en la terraza, tomando un vino blanco con el que apenas mojaba mis labios cuando lo vi avanzando por ...
... la calle, camino del bar donde le esperaba, venía con el paso apresurado, elegante enfundado en su traje de verano, las perneras de los pantalones se amoldaban a sus poderosas piernas, movida la tela, que parecía seda, por el viento al andar.
Según se acercaba estudiaba sus varoniles facciones, su nariz un poco aguileña y boca de labios rojos sobre el fondo oscuro de su piel. Un hombre en su pleno esplendor, me doblaba la edad y eso era lo mejor, sabía lo que él quería y no me exigiría más de lo que yo pudiera darle, sexo que estaba seguro que lo deseaba y un poco de compañía y charla.
Tomó asiendo a mi lado simplemente sonriéndome sin hablar e hizo una seña al camarero para que se acercara. Pidió su bebida y vi como repiqueteaba los dedos sobre la mesa.
-Me alegra que me hayas llamado y quieras comer conmigo. Miré sus ojos de color caramelo, el cabrón era guapo, resultón, varonil, y lo sabía.
-Y si tú quieres algo más, tengo la tarde libre. -Los ojos se le abrieron como platos, seguramente no esperaba una oferta tan concisa y rápida. Parecía una puta ofreciéndome.
-Tengo que ir a la tarde a recoger a mis hijos pero unas horas estará bien para estar juntos y escucharte, me extrañó que, así de primeras, me hablara de sus asuntos personales. Pero continuó con su monólogo que no me interesaba. Juan Carlos tenía dos hijos, niña y niño en ese orden, de siete y cinco años a los que sin duda adoraba.
Seguramente me hablaba de ellos para que cogiera confianza, sin ...