Ojo por ojo
Fecha: 16/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... pasos.
Cruzaron la zona alta y tomaron la carretera que lleva a Vallvidrera, antiguo pueblo de veraneo, hoy barrio de la ciudad en lo alto de la cordillera que aísla Barcelona del Vallès, donde vivimos en una casa adosada. Así que la lleva a casa, pensé para mí. ¿Y por qué no me lo podía decir? No teníamos secretos entre nosotros, cada día charlábamos un buen rato sobre el trabajo o los amigos si habíamos salido con ellos, por lo que no comprendía por qué Cos no podía decirme que un compañero la llevaría a casa.
Kilómetro y medio más adelante obtuve la respuesta. Nos separaban dos coches, una camioneta pequeña de reparto y un Ford Focus, que tuvieron que reducir la marcha cuando el BMW blanco indicó que giraba a la derecha para entrar en lo que parecía una propiedad privada. Tuve que pasar de largo para que no me descubrieran, así que busqué un lugar donde dar la vuelta. Dificilísimo en esta carretera, así que tuve que llegar hasta el cruce con el Tibidabo, casi tres kilómetros más arriba, y volver a bajar. También fue una temeridad entrar en el camino de tierra desde el carril contrario, pero la sangre no llegó al río.
Seguí la pista varios cientos de metros, pasé una casa semiderruida y a la izquierda vi el coche que había entrado en un pequeño claro del bosque muy bien resguardado por los árboles. Si no lo estuviera buscando, seguramente no lo hubiera visto. Avancé unos metros minorando aún más la velocidad y aproveché una curva del camino con un pequeño saliente ...
... de tierra para detener el Passat. Desde donde estaba no podía verlos, así que ellos tampoco me podían ver a mí. Si estaban en el coche, claro. Si se habían bajado, podíamos cruzarnos en cualquier punto y ninguno sabría qué explicarle al otro.
Caminé los escasos cien metros que me separaban del BMW y me acerqué con sigilo, sobre todo cuando confirmé que estaban en él. Sobra decir que en ese momento tenía el corazón en un puño, un nudo en el estómago, la respiración acelerada y aquel frío dorsal que no me había abandonado desde hacía demasiados minutos.
La mejor manera de ver sin ser visto era acercándome por el lado del copiloto, pues había más matorrales que al otro lado. Cuando estuve a menos de diez metros, se me heló la sangre. Cristian estaba sentado en su asiento, mientras una cabeza de corta cabellera rubia se movía arriba y abajo entre su cintura y el volante. ¡Dios! Sé que nunca olvidaré esa estampa. El cuerpo rígido del tío, sus ojos cerrados, su boca medio abierta, su brazo izquierdo apoyado contra el cristal mientras la mano derecha bajaba a sostener la cabeza de la felatriz.
Estuve un rato que no os puedo cuantificar paralizado. Viendo sin ver. Embelesado, estado del que salí cuando Cos levantó la cabeza. Reaccioné automáticamente, agachándome, pero no quise ver más. Ya había tenido suficiente.
No recuerdo mi trayecto al coche. Solamente sé que me senté en él temblando. Tampoco sé por cuánto tiempo. Aún estaba allí bloqueado cuando me llegó el whatsapp ...