Ojo por ojo
Fecha: 16/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... de mi mujer avisándome que ya había llegado a casa.
Yo también tenía que volver, pero ¿qué le decía, cómo actuaba, cuál debía ser mi reacción? En definitiva, ¿qué hacía? Qué debía hacer con mi pareja, con mi familia, con nuestro futuro.
Conducir me serenó. La verdad es que suele relajarme y, para alguien como yo, que me dedico a la venta y tengo visitas cada día a cierta distancia de casa, el coche me supone un buen lugar de reflexión. Normalmente del trabajo, pues planeo estrategias o busco argumentos para atacar a mis clientes. Pero en este caso era muy distinto.
Llegué a casa cuando las niñas ya estaban cenando en la mesa de la cocina, Cos a su lado escuchando lo que habían hecho en el cole. Me miró y con la sonrisa de siempre les dijo mirad quién ha llegado a lo que las mellizas se giraron contentas gritando papiiii. La misma familia feliz de cada tarde noche.
Subí a darme una ducha, pues necesitaba desintoxicarme, pero fui incapaz de diseñar un plan de acción. Estar bajo el agua, lejos de relajarme, incrementaba la sensación de rabia que hervía en mi estómago. Salí de la bañera con ganas de liarla, de decirle a mi amantísima esposa lo que había visto, que me había traicionado a mí y a las niñas y que ya podía ir haciendo las maletas. Sí, eso iba a hacer.
Pero no lo hice. Bastó cruzármelas en el pasillo cuando salía del baño envuelto en una toalla, las pequeñas para lavarse los dientes y Cos tan guapa como siempre preguntándome qué tal el día y dándome un ...
... ligero beso, para que me lo replanteara. En su habitación, con el pijama ya puesto, les leí el cuento del día antes de ir a dormir mientras mi mujer bajaba a la cocina a servir nuestra cena y supe que no la liaría parda, que no quería entablar una guerra sin cuartel que acabaría por dañar, sobre todo a las más débiles.
La cena fue relativamente corta. Cos me contó su día en el trabajo, obviando un pequeño detalle, claro, y yo apenas probé bocado pues me encontraba mal, me excusé.
Realmente aquella tarde-noche de martes no fue distinta del día anterior ni de los martes de los últimos meses. Incluso, me acompañó a la cama para acostarnos pronto en vez de quedarse viendo la tele o navegando por internet como hacía otras veces. O había hecho yo. Para más Inri, estando ambos sentados en la cama leyendo, me abrazó suavemente por el abdomen interesándose por mi estado, y muy melosa ella, me preguntó si quería que lo arreglara de otro modo, bajando la mano y agarrándome el pene por encima del pantalón del pijama.
La miré sorprendido, no porque el gesto no fuera habitual, pues nuestra vida sexual era activa y variada, sino porque la supuse saciada. Pero ella lo entendió en otra dirección.
-Tendrás que conformarte con una mamada, que ya te dije ayer que me había venido la regla.
Aluciné. Era cierto que me lo había dicho el día anterior, entonces ¿qué había ido a hacer a la carretera de Vallvidrera? ¡Coño, a chupársela a su amante! Vaya pregunta más idiota. Por tanto, ¿qué ...