Ojo por ojo
Fecha: 16/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... la habían visto y allí la tenía yo en una imagen que no se me borrará en la vida.
Decidí pasar pantalla. Ahora sí me acomodé entre sus piernas. No tengo condones pues no uso con Cos, no pregunté y ella tampoco dijo nada. Su única preocupación en aquel momento era correrse. La penetré con cuidado, como si fuera virgen, pero sus caderas se movieron agresivas para alojarme violentamente, mientras sus manos se aferraban a mis posaderas para dirigir la profundidad de la penetración. Pero me mantuve en mis trece. Te correrás cuando yo quiera.
Le babeé las tetas, le mordí el cuello, le sorbí los morros. Me sentía cerdo y así me comportaba, mientras mis embestidas alternaban dureza con sensibilidad. Sus jadeos, ya no suspiraba, me alertaron que volvía a acercarse al orgasmo. Volví a detenerme y salí. Un lastimero suspiro surgió de su garganta. Le di la vuelta, clavando sus rodillas al filo del sofá. Se la clavé desde detrás agarrándome a sus perfectas caderas mientras percutía con ganas. La agarré del cabello, obligándola a ponerse realmente a cuatro patas. Volvieron sus gemidos, que intentaba silenciar para que su hermana del alma no los oyera. Tiré de su pelo obligándola acercárseme más, quedando en vertical. Le agarré la teta izquierda con fuerza y le pellizqué el pezón. Emitió un leve grito, pero no me apartó. Relajé la presión en su cabellera y volvió a quedar a cuatro patas.
El diablo volvió a pensar por mí. Otra mala idea apareció en mi mente. Primero evitando por ...
... enésima vez que se corriera, lo que provocó que gimiera quejumbrosamente, para a continuación reanudar la penetración con suavidad mientras el dedo gordo de mi mano izquierda buscaba el orifico anal. Lo encontré y lubricado con los flujos de su propia vagina, intenté insertarlo. Un no desvalido salió de su garganta, pero no aparté el dedo. Volví a obligarla a levantarse tirando de su melena y, sin quitar el dedo del anillo anal pero sin lograr traspasarlo, le pregunté al oído:
-¿No te gusta por el culo?
-No.
-Yo creo que no te la han metido nunca por ahí.
-No.
-¿Quieres correrte?
-Sí.
-¿Seguro?
-Sí, lo necesito. No puedo más.
-Pues tendrá que ser por el culo.
No la dejé responder. La solté de golpe provocando que cayera boca-abajo sobre el sofá, tiré de sus caderas hacia atrás para que sus rodillas bajaran del catre y su culo quedara expuesto.
Si había algo que diferenciaba claramente a las dos amigas era el sexo. Sabía por Cos que su amiga no era lo activa, indecente y mucho menos obscena que era ella. Sus relaciones eran mucho más clásicas, aburridas en palabras de mi esposa. Supongo que simplemente no le gustaba tanto el sexo.
Cos me retrató en su día la cara escandalizada que puso Chiara cuando le explicó que habíamos probado el sexo anal. No era el plato principal de los ágapes ni lo practicábamos a diario, pero cuando el mierda de Cristian me dijo que le había roto el culo a mi esposa no se imaginaba que era un conducto que llevaba años ...