Ojo por ojo
Fecha: 16/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... estaba pasando menos horas trabajando, tenía menos que contarle del laboro así que nuestras charlas eran aún más cortas.
Tardé dos días en lograr entablar conversación con Cristian en el bar. El primero había pecado de desconocimiento, pues cuando entraba se dirigía directamente a un lateral de la barra asignado a los camareros y en un inglés muy extraño, cuando hablé con él supe que usaba acento de Gales y que saludaba al dueño en galés, se dirigía a éste como auténticos camaradas. El segundo día, también entré antes que él y, aunque había poca gente, se postró muy cerca de mí pues yo me había colocado expresamente para que así fuera.
Utilicé la excusa del inglés extraño que utilizó para comenzar una charla supuestamente casual con él en la que me explicó que había estudiado la carrera en Cardiff y que desde entonces se consideraba un galés más, razón por la que solía pasarse por allí siempre que podía saliendo del trabajo para tomarse la pinta a la que se había aficionado en Gales. Mis dotes de comercial charlatán hicieron el resto y lo que otros días eran quince minutos de su tiempo se convirtieron en una hora larga en la que me estuvo explicando, ayudado por Ian, el dueño del garito, las bondades del país del dragón rojo.
Cuando el tema folclórico-patriótico se fue gastando, derivamos hacia el deportivo, pues Gales es una potencia en rugby, pero ahí Ian me estaba pisando el terreno así que en cuanto pude derivé la conversación a temas laborales. Era en ese ...
... punto donde había decidido ganarme el pan.
La empresa en la que trabajaban se dedicaba a dar servicios de consultoría a empresas, principalmente médicas y farmacéuticas. Pues bien, Cos siempre se había quejado de la imposibilidad de encontrar un partner externo que solucionara una incompatibilidad de datos en el sistema de CRM que utilizaba la compañía. Las veces que me lo había explicado me decía que el coste de reparación de la disfunción era casi tan alto como el programa en sí, por lo que no valía la pena hacerlo, pero a ellos en el día a día les dificultaba el trabajo bastante.
Así que le expliqué a Cristian que trabajaba en una empresa de software a medida para empresas y que últimamente lo que más nos pedían, teniendo en cuenta que la mayoría de empresas ya estaban informatizadas, era soluciones y parches para mejorar o adaptar sistemas de gestión. Picó el anzuelo más rápido de lo que esperaba, así que decidí estudiar el problema que me contaba. Intercambiamos teléfonos, entregándole una tarjeta mía hecha adrede para la ocasión en la que me presentaba como un desarrollador de software para grandes cuentas con mi nombre de pila pero un apellido distinto.
Le llamé al día siguiente, sólo para mantener vivo el interés pero sin haber podido mirar mucho su caso. Tardé dos días más en volver a contactar con él y esta vez sí le di esperanzas, pero tampoco fui especialmente efusivo. Decidí que la semana siguiente sería la Semana.
Su principal interés, según descubrí la ...