Tendencia natural - Relatos Eróticos

Tendencia natural

... carpa.
Involuntariamente una de sus manos se deslizó por su mulo y la otra rozó uno de sus pezones que se marcó desafiante a través del fino delantal.
Ella se acercó cautelosa mirando fijamente mi verga y dejando la bandeja del desayuno en mi velador se inclinó simulando estirar las tapas y arreglar las almohadas y al hacer ese movimiento sus pechos se apoyaron con todo su peso sobre mi pene el que reaccionó de forma inevitable con un último salto y lanzó un chorro de abundante leche que incluso se escurrió fuera del calzón impregnando el seno de la chica. 
Ya estaba todo claro entre nosotros y ese fue el momento en que todo se dio vueltas en mi cabeza. La agarré con hambre de su cuerpo y le instalé un beso profundo que ella recibió gustosa y después de atornillarnos nuestras lenguas un buen rato levantó la punta del calzón acercando sus labios al glande y puso a succionar con glotonería las gotas que seguían manando de mi polla y luego relamió la tela con deleite. 
Solo habló para decirme que quería a jugar con sus orificios como la había espiado pero ahora quería alternar el cilindro con mi verga. La tomé en mis brazos y la llevé raudo a su cuarto para hacer ya realidad su fantasía.
Una vez allí me senté en su cama para observar como ella se aceitaba con parsimonia luciendo y tentando mis manos y mi verga con su culo que se separaba poniéndose en posición de ser penetrada a cada momento. No pude evitar ensartarla un par de veces, pero brevemente provocando más ...

... calentura en mi polla y haciendo que su cuito se abriera y se cerrara de pura excitación. 
Finalmente sacó de su bolso el cilindro que tanto gusto le daba. Era efectivamente un cilindro de extintor, pero sin manillas en su extremo. Parecía un enorme salchichón metálico. Luego me contó que ese objeto la acompañaba desde que era una nena descocada de 15 años con un gusto insaciable por dilatar sus orificios. Ella había conseguido progresivamente ir rompiendo sus propias marcas hasta que logró ensartar completos los 60 cm del cilindro dentro de su culo y en lo que respecta a su vulva el límite alcanzado hasta ahora eran 43 cm pero cada día lograba romper poco a poco sus propios récord. 
Volviendo a este momento de exultante voracidad que sentía estaba hipnotizado por la flexible voluptuosidad de la muchacha que ubicó como una experta los pliegues de su vagina en torno del extremo mas angosto de la redondeada punta del cilindro. Empezó a rotar su pelvis bajando progresivamente cilindro abajo hasta que estuvo bien ensartado en su concha y ahora, sin temor a ser escuchada dejó salir su calentura en una sinfonía de gemidos que denotaban su placer.
Cuando vio venir el orgasmo bramó “Métemelo en el culo que me estoy viniendo”.
Estaba desesperado por poseerla y este llamado me hizo saltar como un resorte. Sin miramiento alguno enterré mi falo en su recto empujando en su intestino que tragaba goloso mi verga mientras ella empujaba también para quedar bien empalada. 
-¡Qué buena verga! Me ...