1. Explorando mis orificios


    Fecha: 18/12/2017, Categorías: Confesiones Autor: Horny, Fuente: CuentoRelatos

    ... me interesaba seguir mirándome, había entrado en la fase de preorgasmo, sentía un calor y un pequeño hormigueo por todo mi cuerpo. Mis manos continuaban en mis tetas, halando los pezones, las caricias suaves habían terminado, ahora me estrujaba, disfrutaba del contacto, era conciente de cada brusca caricia. Ambas manos bajaron por mi abdomen, con una abrí bien mi coño y con otra seguí acariciándome, primero mis dedos entraban, luego salían y se entretenían en mi clítoris, me sentía a punto de llegar, me detenía… sentada en la banca, con la mirada perdida, la boca abierta, pequeños gemidos escapándose incontrolables, mis manos hurgando en mi interior variando la velocidad, ya no podría detenerlo más, me corría… oh siii… llegaba, me concentré en mi clítoris apretándolo y soltándolo y luego apretándolo una vez más, sin soltarlo hasta el final… me estremecí, seguí acariciándolo esta vez mas suave, gemí un poco, mi espalda se separó del espejo, mi temperatura corporal se elevó aún más, comencé a sudar hasta que el último estremecimiento cesó…. Me sentí en la gloria, mi humedad había empapado la banca, mi calor empañado el espejo, casi se dibujaba mi silueta en el.
    
    Se me ocurrió limpiar mis dedos con la boca pero la idea ya no me ...
    ... resultaba tan atractiva así que hice lo que Pablo me había sugerido, tomé unas tangas rojas de algodón y en el pequeño triángulo destinado a cubrir el sexo limpie mis dedos. La prenda quedó empapada, por el material se notaba claramente la mancha. Tomé otras tangas, esta vez color negro y procedí a limpiar mi sexo. Luego me vestí, me compuse un poco el cabello y me retoqué el maquillaje para que no se notara tanto mi color sonrosado por la excitación. Tomé las prendas acomodándolas cuidadosamente en dos grupos, en uno las que iba a devolver incluyendo aquellas dos donde había dejado el sensual regalo de mis flujos, delicioso trofeo que cualquier fetichista habría deseado… y en el otro grupo las que Pablo me había pedido que comprara. Las devolví rápidamente y salí antes que me descubrieran. Pagué la ropa que iba a llevar y volví a mi casa. Cuando llegué caí en cuenta que no me había probado nada, me reí sola como una loca,… pero el probador había tenido una función mucho mejor que la de ser un simple recinto para medirse la ropa. Había sido el mudo testigo de ¡una hora! de autoexploración y placer.
    
    Al llegar le escribí a Pablo lo que tú acabas de leer, estoy esperando su respuesta y su próxima prueba… a ver que me dice… ¿qué me dirías tú? 
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