Sometida
Fecha: 24/10/2020,
Categorías:
Hetero
Tus Relatos
Autor: Sardaukar110, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
La Capitán Dana era una mujer dura. No se comanda una nave de guerra, una fragata mercenaria, sin serlo de verdad. Es un trabajo duro y variado; a veces carguero mercante, a veces protegían a otros cargueros, y a veces no eran más que corsarios y piratas al servicio de gobiernos y corporaciones.
Era además, una mujer grande; superaba el metro noventa y los noventa kilos. Era alta y fuerte, de formas musculosas y quizá un tanto andróginas, con sus hombros anchos y amplias espaldas, y sus largos y fuertes brazos y piernas, pero no había confusión posible en sus ondulantes caderas, ni en sus grandes pechos, oprimidos siempre bajo el ajustado uniforme y ocasionalmente bajo su coraza balística, porque solía formar parte de las escuadras de abordaje de la nave, la fragata Estrella Oscura. También a su manera, era una mujer guapa; de rostro bello y simétrico, de rasgos marcados pero armoniosos, pese a su gesto serio, casi de permanente disgusto. Llevaba el cabello corto, justo por debajo de las orejas, rubio, y sus ojos eran de un verde jade.
Y era además una mujer muy “caliente”... Su necesidad de sexo era solo igualada por su atrevimiento depredador en los abordajes y maniobras de combate. Se masturbaba enérgicamente antes de levantarse por la mañana y después de acostarse y había días que ni siquiera eso bastaba, y se revolvía inquieta en su sillón de mando, o pasaba toda la noche con su juguete favorito sólidamente encajado en alguno de sus orificios. Tenía fama de haberse ...
... acostado con la mitad de los hombres bajo su mando, pero era falso; prefería buscar a sus amantes en tierra, entre el personal de tierra las estaciones R&R o entre las tripulaciones de otras naves... sin distinguir entre sexos. Buscaba a los fuertes, a los más combativos, a los difíciles de dominar, y siempre acababa consiguiéndolo; un par de ellas habían salido de su camarote sollozando, rotas y humilladas... para llamar a su puerta unos dias después, pidiendo más.
Vestía su uniforme azul oscuro y negro con atrevimiento, perfectamente entallado a su musculosa silueta, a veces con la chaqueta de doble botonadura abierta hasta el pecho para mostrar su generoso escote cuando no usaba sujetador, cosa que hacía con frecuencia, lo mismo que, a veces, bajo los leggings que le gustaba usar en vez del pantalón del uniforme (las reglas sobre vestuario eran notoriamente laxas en las naves mercenarias) usaba provocativos tangas de encaje, bóxers elásticos de hombre (le encantaba la arruga que se formaba en la parte delantera y cómo rozaba su sexo cuando estaba excitada) o nada en absoluto.
Pero primero que nada estaba el cumplimiento del deber; el contrato. El trabajo por el que le pagaban.
Y el carguero reconvertido en incursor pirata que trataba desesperadamente de huir de sus cañones era parte integral de él.
Les disparó con su torreta de popa, una descarga de cañones láser, que relampaguearon de forma casi inofensiva contra las pantallas deflectoras de la Estrella Oscura.
-Aún ...