La abuelita.
Fecha: 12/12/2020,
Categorías:
Confesiones
Tus Relatos
Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Ya andaba por los 15 años, ya tenía edad para procrear, ya me había surtido a casi todos los me habían cogido, a unos por atrás y a otros por delante. Me había convertido en un insaciable de sexo, no paraba, era bueno con el que se paraba enfrente, no se diga con don Roque, que durante los últimos 2 periodos vacacionales me daba trabajo y me había estado surtiendo con suficiente bastedad y en cualquier lugar que se nos hiciera bueno, ya era algo así como su lugarteniente, en su ausencia me encargaba de la gente que trabajaba para él. Disfrutaba mucho de lo que él me daba y del caballo Bermejo que materialmente me había regalado, ahora yo era el único que lo montaba en el tiempo que estaba ahí en el pueblo.
No todo era color de rosa, pero a cualquier inconveniente le encontraba su lado positivo que siempre tiene. En cierta ocasión, don Roque, algunos trabajadores, uno de ellos montado en el anca de mi caballo, casi llegando a casa, un marrano se cruzó gritando y asustó al penco, que se paró en 2 patas. El que iba enancas no iba bien sujeto, me jaló llevándome de corbata y caímos los 2. Caí de nalgas, me dolió mucho y me faltó el aire. Pensando que algo se había descompuesto, rápido me llevaron a con la curandera del pueblo y abuela de uno de los trabajadores, Doña Pachita, una anciana de más de 80 años, chaparrita, de bien conservado cuerpo que la hacía lucir fuerte y como 10 o 15 años más joven, muy agradable en su trato, que igual atendía un parto como curaba una herida, no ...
... se diga arreglar un hueso roto o una “descompostura”, con una de sus sobadas milagrosas. Ya la había conocido, siendo gordero, me daba el almuerzo de su nieto que vivía con ella desde que perdió a su madre y su padre se juntó con otra mujer. La joven anciana, hizo que todos se retiraran de la habitación, puso cerrojo de la puerta y me empezó a quitar la ropa. Lo primero que notó fue que no llevaba calzón, ya hacía algunos años que dejé de usarlos, desde que ya no era “señorito”.
-Mnnn, no usas calzones- Me dijo con un tono malicioso.
-No, así ando más cómodo- Le contesté un tanto apenado mientras ella terminaba de quitarme el pantalón y los huaraches.
Se untó un líquido en las manos y se los frotó por unos segundos, para luego empezar a tocarme las partes supuestamente dañadas, preguntando si me dolía hasta que dio con el punto. Ahí puso una de sus calientes manos y con la palma bien extendida hizo movimientos circulares, luego lo hizo con las dos manos y hacia todas direcciones. Me dolía cuando pasaba por la parte dañada, pero el masaje me estaba gustando. Podía sentir hasta las arrugas de sus palmas y eso me provocaba una agradable sensación y empezaba la excitación. Mi verga ya estaba endureciendo, tuve que levantar y con disimulo, meter mi mano y acomodarlo para que no molestara si seguía creciendo. La viejita se la sabia de todas, todas, lo deduje cuando me preguntó:
-¿Ya quedó?... ¿ya no se dobla?-
-No, ya se quedó quieto- Le contesté con malicia, no sabía porque, ...