La abuelita.
Fecha: 12/12/2020,
Categorías:
Confesiones
Tus Relatos
Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... pero lo hice para revirar.
Ella siguió con el masaje y yo seguí disfrutando, mientras no me doliera, claro. El masaje se extendió a toda la pierna, pasaba las manos de una nalga a la otra y eventualmente las metía entre las piernas, hasta tocarme los testículos, lo que me sugería que también ella lo estaba disfrutando tanto como yo. Perdí la noción del tiempo, pero ha de haber pasado cuando menos 30 minutos de suave y confortable masaje. El dolor ya no era tan fuerte. Me dijo que sólo había sido el golpe, no había por qué pensar en una fractura de algo, pero que iba a revisar la parte frontal de la pierna para ver si no se había dañado algo. Me hizo dar media vuelta para quedar boca arriba y cuando lo hice, aprisioné la verga que ya estaba casi al 100 y ya con algunas gotas del líquido cristalino pre eyaculatorio, embarrado por todo el glande y parte de la sabana. Cuando completé la media vuelta, me dijo.
-Suéltala, al cabo que no me la voy a comer-
-Pues porque no quiere, ahí la tiene- Le respondí ya como plena y descarada insinuación. El haber tenido tanto sexo, con tantos hombres, me había hecho muy atrevido. Había aprendido que cuando algo le sugiere a alguien, lo peor que puede pasar es que, al principio te digan que no y, en ciertas circunstancias y a su debido tiempo, ese no se convertirá en un sí rotundo. Sólo hay que lanzar el anzuelo y ser paciente.
Con sólo el sonido de mmm, la abuelita dío muestra de algo y continúo con su masaje. Para entonces, mi verga ya ...
... quería reventar, los 14 centímetros del grueso rollo de carne y sangre, ya nomás estaba esperando el agujero donde habría de meterse. Pero en esta ocasión no se le hizo. Había mucha gente esperándome. Doña Pachita, con más colmillo que una leona, sólo se retiró el aceite de un dedo, me dio un dedazo en el orificio uretral, para recoger la gota que estaba en la puerta y se la llevó a la boca, luego me dio un manazo en el duro palo que se me había hecho, diciendo que ahora no se podía. Suficiente para que se le bajaran los humos a ese palo y poco a poco, en lo que me levantaba y vestía, regreso a su estado normal. Me dijo la viejita que regresara al siguiente día para ver como seguía y darme otra curada.
Al siguiente día, apenas pude levantarme y temprano me fui a casa de doña Pachita. La señora estaba torteando y me invitó a desayunar, tenía una carne de res guisada, en salsa picosa de jitomate y chile de árbol, frijoles refritos y tortillas recién salidas del comal, un platillo muy común en el pueblo, acompañado de una taza de café, desayuné rico. Esperé a que ella terminara de su quehacer, me pasó a uno de los cuartos y me hizo acostarme en la cama, me bajo el pans hasta la rodilla, única prenda que traía y dejó al descubierto la zona dañada, es decir, toda la nalga. Se untó el aceite en sus manos y luego de frotárselas empezó su rico y reconfortante masaje por la parte dañada y luego de un rato, se pasó hacia la espalda y de ahí brincó a las piernas para regresar nuevamente ...