Sex note -1
Fecha: 28/12/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... salí al pasillo, y me quedé sentado a esperar verla salir.
A las once en punto, salió del aula, casi corriendo. Vio que yo estaba ahí, y me miró con sorpresa y deseo. Pero apuró aún más el paso, salió al patio grande y se fue en dirección al departamento de deportes.
Ya estaba convencido de que el poder del sex note era real. Solo tenía que ir a donde se encontraba la profesora, que ya estaría masturbándose, pensando en mí, y podría hacer con ella lo que quisiera.
Fui al baño de mujeres del departamento de deportes, y entré en silencio. Había muchos cuartos de inodoro, pero un ruido constante me indicaba a dónde me tenía que dirigir.
El sonido de la mano frotándose con el clítoris se escuchaba cada vez más fuerte mientras me acercaba. Abrí la puerta y me encontré con Fernanda, más conocida como la profesora De La Torre, sentada en el inodoro, con los pantalones bajos, la bombacha por las rodillas, y la mano todavía tocando su sexo.
Se sorprendió, abrió grandes lo ojos, se ruborizó, rio, todo eso sin sacar la mano de en medio de las piernas.
— Hola profe. — saludé.
Ella me saludó con un movimiento de cabeza, es que no podía decir nada, porque así lo dispuse en la nota. Se paró, me abrazó, y me dio un beso apasionado.
Nunca había generado esa pasión por nadie, así que me quedé un rato pasmado, mientras ella saboreaba mis labios como si fuera lo más delicioso del mundo, apoyaba su pubis peludo sobre mí, y me acariciaba por todas partes, como si tuviese ...
... mil manos que querían tocar todo al mismo tiempo.
Sin darme cuenta, ya tenía los pantalones abajo, con el falo hinchado. Ahora empezaba a secundarla, y mientras me manoseaba, yo comencé a acariciarle el culo desnudo. Sólo ese contacto produjo en ella una serie de gemidos que me pusieron a mil.
La llevé contra la pared, ella apoyó la pierna flexionada sobre el inodoro, y así nomás, sin preservativo, la ensarté.
¡Que rico se sentía! Mi pene se resbalaba en los flujos vaginales, que ya habían salido, abundantes, mientras entraba en ese túnel caliente. Entonces comencé a cogerla. Ella largaba gritos, esos no eran considerados palabras, por lo que no tenía por qué reprimirlos. Mientras entraba en ella, me besaba el cuello y la oreja. Yo escuchaba su respiración entrecortada. Fernanda me ayudó haciendo movimientos pélvicos que estaban bien sincronizados con mis embestidas. Me agarraba la cara y me miraba a los ojos, como pretendiendo asegurarse de que yo era real. Me besaba los labios dejando un montón de saliva en ellos. La madera que hacía de pared del cuarto del inodoro crujía por la presión que hacían nuestros cuerpos transpirados en ella. La profe me acariciaba el culo, la espalda, los hombros, como si fuera el ser más perfecto del mundo. Enseguida vino su primer orgasmo. Me apretó con sus manos como garras, y sus ojos se desorbitaron, quedando blancos. Largó un grito tan fuerte que yo temí que alguno de los de seguridad escucharan. Sentí los fluidos vaginales empapando ...