1. Un profesor, una alumna y un colegio católico – Parte 5


    Fecha: 28/12/2017, Categorías: Hetero Autor: Xander_racer2014, Fuente: SexoSinTabues

    Ya en los primeros días, el sol entibió deliciosamente la hostil atmósfera que los vientos polares habían dejado durante el invierno y esto se palpaba en el ambiente, impregnando cada poro de la piel con placenteras sensaciones. Como siempre, el primer indicio que percibimos los hombres es la actitud de las mujeres. El solo salir a la calle y verlas ligeramente vestidas, era un placer que colmaba los sentidos. Era como si se hubiesen unido en una marcha de protesta contra la censura. Los tops escotados, las minifaldas, las tangas cuyas marcas se traslucían a través de éstas, las piernas esbeltas que invitaban al piropo, los ombligos al aire, los senos que se insinuaban al andar y las sonrisas de satisfacción dibujadas en las delicadas facciones de los rostros femeninos, erotizaban el aire que respirábamos. Siempre dije que el verano es sexual, porque el calor intenso abre las puertas de lo explícito, pero la tibieza de la primavera hace que sea una estación eminentemente erótica, sensual, sugestiva. En el colegio, todos iban estrictamente de uniforme, pero una vez instalados los primeros calores, el alumnado podía prescindir del saco y del buso. La camisa pasaba a ser de manga corta y de tela más fina y en el caso de las chicas, la falda se acortaba, según el gusto y la osadía de cada chica, pero respetando ciertos límites impuestos por la dirección del instituto. Mi Cecilia deslumbraba hasta brillar. Su exuberante desarrollo físico sumado a la profunda asimilación del ...
    ... aprendizaje que yo le había impartido, la habían transformado en una sofisticada joven mujer, plena de sensualidad y erotismo, capaz de encender pasiones aún desde la más inocente mirada de sus ojos color miel, y dulces como ésta misma. Recuerdo una soleada mañana durante un recreo entre clases, sobre las diez y veinte. Imaginen un patio escolar atiborrado de adolescentes, profesores y personal en general. Los amplios espacios verdes estaban muy bien cuidados y lucían un césped recién cortado, coronado por canteros y algunos maceteros donde las primeras flores de la temporada alcanzaban su auge, inundando el ambiente de firmes colores y agradables perfumes. En medio del hermoso lugar, mi radiante sumisa. Visualícenla de pie, de cara al sol. Tomen una vídeo cámara imaginaria y hagan un paneo desde atrás, de abajo hacia arriba. Sus piernas separadas como evitando el calor del roce entre ambas. Zapatos negros de taco y grueso de unos cinco centímetros, lo permitido. Calcetines azules, impecablemente estirados hasta unos diez centímetros debajo de las rodillas. Ahí comienza a resplandecer la suave piel blanca, que apenas esboza una ligera sombra sobre la hendidura de la articulación de la rodilla. El blanco se comienza a engrosar hacia arriba, marcando la parte trasera de sus muslos. Cada centímetro que subimos por aquellas piernas es más delicioso que el anterior, hasta llegar a una línea azul entrecortada por los breves segmentos que dan forma a su falda acampanada. Las curvas de sus ...
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