1. Ya soy el puto del equipo (VIII)


    Fecha: 01/01/2018, Categorías: Microrelatos, Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... seria advertencia para que no actuara de esa manera en adelante. Y luego ya no pasaría a fiscalía porque no era una actuación contra un menor ni había daños mayores, y si él no lo deseaba no sería acusado.
    
    De todas formas el policía le dijo que si podía estar en otro sitio —le hablaba mirándome como si me lo dijera a mí— al menos unos cuatro o cinco días, eso ayudaría a que su padre se calmara y se pudieran reconciliar.
    
    — Señor, el sitio lo tiene, es mi amigo y le puedo acompañar al médico, en mi casa se encontrará bien, mi taita lo quiere mucho…
    
    — Tu ¿qué?, —preguntó el policía.
    
    — Quiere decir su sirvienta, la persona que lo ha cuidado desde pequeño, —añadió don Fermín.
    
    El policía tomó nota de todo estos datos y la dirección que ya tenía por don Fermín. Agradecimos todos los servicios y nos fuimos a casa. Don Fermín se fue a la suya con cierta prisa porque tenía invitados, como todos los domingos. Entramos a casa y mi taita había preparado la comida, todo blandito para que no le costara de tragar, los tres comimos lo mismo. Después de comer metí a Abelardo en la cama y lo dejé durmiéndose porque no había podido descansar nada tras la paliza de su padre.
    
    En la tarde lo fui a despertar para que comiera algo y se encontraba mejor de la boca. Le dolía mucho el costado y le di una de las pastillas contra el dolor. Hablamos alguna cosa y me dijo:
    
    — Doro…, —yo guardé silencio por la cara de solemnidad que puso— estoy pensando hacerte una propuesta, pero me da ...
    ... no sé qué hacerla, aunque es preciso…
    
    — Abelardo —le dije—, no te vengas con problemas de hablar, dime de una vez.
    
    — Estoy pensando… que si nosotros nos queremos… sé que me quieres… podríamos casarnos y… se acabarían mis problemas…; —me quedé atónito ante la propuesta, pero siguió hablando— yo… buscaría un trabajo para no serte gravoso y dejaría mis estudios… Pero no quiero volver nunca más a mi casa.
    
    A él se le escaparon las lágrimas de sus ojos y a mí se puso el mundo al revés y me pareció que daba vueltas en sentido contrario. Hubo un largo silencio, durante el cual él se iba poniendo más nervioso y todo dependía de mi respuesta. Me quedé pensando… Me fui al costurero donde estaba mi taita, la miré a los ojos, le pregunté:
    
    — Si Abelardo no pudiera volver a su casa y quisiera quedarse con nosotros, ¿lo aceptarías?
    
    — Dorito, tú sabes que sí.
    
    — Supondría más trabajo para ti…
    
    — Pero mi familia sería más grande.
    
    — ¿OK?
    
    — OK.
    
    Regresé y lo encontré llorando en silencio. Entonces le dije:
    
    — Te aceptamos de buen grado en casa, esta es tu casa mientras la necesites. No has de buscar un trabajo, esta es tu familia, seguirás estudiando en la universidad hasta que acabemos. Tendrás habitación con un estudio para ti, ya lo arreglamos cuando tengas algo más de fuerza. Pero casarnos, no. No es que no te quiera, pero sabes bien que soy poliándrico, y los casamientos comprometen a uno con uno y yo no te sería fiel. Podemos ser buenos, muy buenos amigos, pero ...
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