La sonrisa blanca
Fecha: 02/02/2021,
Categorías:
Fetichismo
Tus Relatos
Autor: Belerus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... dijo: - Pegame. ¡Pegame por favor!
Yo confundido sin dejar de cogerla y tenerla con fuerza entre mis brazos la miré, ella me sonrió y me levanté para cogerla yo sentado. Sin pensarlo le pegué una cachetada no muy fuerte.
- ¿Así de flojito lo vas a hacer?- me respondió. Ahí no me contuve.
Primero la tomé bien fuerte del cuello a lo que dejaba salir un resoplo de enojo y calentura, la solté y con la mano derecha le pegué tan fuerte que tuvo que voltear su cara. Se río y volvió a poner cara de furiosa y caliente, lo cual me ponía más caliente a mí así que le empecé a pegar más hasta que, sin darme cuenta le lastimé el labio y un pequeño hilo de sangre corría de su boca. Me asusté y le pedí perdón, pero lo único que atinó a hacer fue sonreír. Luego tomó mi mano, paso un dedo mío sobre la herida reciente y puso mi mano en su cuello. Entendí perfectamente y la seguí cogiendo hasta que no pude más y, notando que ella estaba por acabar, nos fundimos en un mismo orgasmo espectacular, que nos llevó a quedarnos un rato pegados, yo arriba y adentro de ...
... ella, agitados... Besandonos y mirándonos...
Nos quedamos escuchando música y pasando la noche un rato hasta que sin darme cuenta me dormí. Me desperté al rato porque sentía que me estaban tocando y efectivamente era la muy putita haciendome una mamada. Mi pito estaba duro de vuelta y ella no paraba un segundo. Yo le acomodaba el pelo para que pudiera hacerlo mejor y cada tanto me miraba agitada.
Cuando lo hacía yo le daba cachetadas que parecían ponerla más caliente todavía porque me hacía gemidos de enojo y calentura y se prendía a mí con todas sus ganas. Por último, me paré, la llevé de los pelos arrodillada y me masturbaba frente a ella mientras se volvía loca porque la soltara para mamarme la verga. Ya sin poder aguantarme acabé y largué todo mi semen por su cara y su boca, chorreándose y ella pasandose la lengua por todos lados. Cuando terminó, su boca todavía tenía rastros; así arrodillada como estaba, toda agitada, roja, con la boca chorreando leche, me sonrió, regalándome el nombre de este relato; la más hermosa sonrisa blanca.