1. Dulces artesanales


    Fecha: 05/01/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... rabo?
    
    Estaba a punto de abrir la cortina para salir hacia la tórrida humedad de la pampa cuando dio media vuelta y volvió sobre sus pasos. Era innegable que el chirrido metálico había comenzado a surtir un efecto sensible en su entrepierna. Se dirigió directo al mostrador en puntas de pie, balanceando su grácil cuerpo para no hacer sonar las tablas del suelo. Intuía que el desenlace estaba próximo y debía salir de allí antes de pasar un momento incómodo. Sin soltar los frascos de dulce que sostenía con su brazo izquierdo, tomó el lápiz y escribió en el improvisado anotador: “Me llevo un frasco de arándanos y otro de higos. Aquí está el dinero.” Luego mordió la punta del lápiz en claro gesto de duda. ¿Se iba a ir sin más luego de semejante e inesperado espectáculo? El sonido de los elásticos del colchón terminó por decidirla a completar la frase: “La próxima vez que te ataquen las ganas de hacerte una paja en horario de trabajo, por favor, no hagas tanto ruido.” Releyó la frase y no pudo ocultar una sonrisa maliciosa. Iba a mortificar al pobre muchachito, pero qué más daba… Se moría de ganas de verle el rostro leyendo la nota. Pero ahora ya no había tiempo para más. A juzgar por el movimiento del colchón, al chico no le quedaba mucho tiempo…
    
    Se desplazó tan rápido como pudo hacia la salida casi sin tocar el suelo.
    
    Estaba a dos pasos de la cortina que la separaba del exterior cuando algo inesperado sucedió.
    
    En cuestión de un segundo, el frasco rotulado “arándanos” ...
    ... que se encontraba sujeto entre su pecho y su brazo, se deslizó implacablemente hacia abajo. Estefanía no tuvo tiempo ni de poner el pie para contener el impacto. El frasco no estalló, pero el golpe seco contra el suelo hizo que se partiera en dos y un magma violáceo brotara de su interior derramándose sobre los listones de madera. Se quedó estática, sin respirar, viendo como la mermelada brotaba libre e inexorablemente del frasco. Dos segundos le hubiesen alcanzado para salir huyendo. Pero fue ese tiempo el que demoró en darse cuenta que los sonidos metálicos de los elásticos del colchón habían cesado de golpe. Su mente ya le había dado la orden a sus piernas para salir huyendo de allí, pero ya era tarde.
    
    -¿Quién es usted?- Las palabras sonaron como balas dentro del almacén.
    
    Lo primero que advirtió Estefanía fue que el borrego era casi tan alto como ella. Todavía estaba con el torso desnudo, pero al menos llevaba el pantalón de gimnasia debidamente calzado en su cintura. El pecho le subía y le bajaba al ritmo de su agitada respiración. ¡Flor de susto se habrá llevado! Pensó Estefanía, ya sin mostrar signos de malicia. Su propio corazón también latía con vehemencia. Se sentía como si la hubiesen descubierto robando. En seguida levantó el único frasco que aun llevaba colgando del brazo y se lo enseñó al muchacho.
    
    -¡Hola! Me llevo estos dos…- Vio que el chico se detenía en el frasco roto que continuaba vertiendo mermelada sobre el suelo- Bueno… supongo que me llevo solo ...
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