-
Dulces artesanales
Fecha: 05/01/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos
... caminó sigilosamente hacia la cortina interior; con dos dedos la desplazó hacia un lado para poder ver qué había del otro lado. No tardó en descubrir el origen de aquel sonido. En la estancia contigua había un pequeño catre con un muchacho recostado encima. Por entre las cortinas de una pequeña ventana entraban rasantes algunos rayos solares que dibujaban en el aire un haz de polvillo imperceptible que bajaba oblicuo desde la ventana hasta la verga tiesa del adolescente que se masturbaba lenta pero implacablemente recostado sobre el catre. Como en una imagen onírica Estefanía solo podía ver como la mano del muchacho subía y bajaba lentamente descubriendo regularmente un glande pardo e inflamado por la erección. El polvillo del ambiente surcaba el aire a gran velocidad en torno al movimiento de su muñeca. El chico no había advertido su presencia porque la cabecera del catre daba hacia la puerta. Ella no podía ver su rostro por la inclinación que producía la almohada donde apoyaba la nuca, pero hubiera jurado que tenía los ojos cerrados. Lo que veía perfectamente eran los pantalones de gimnasia a la mitad de los muslos y el torso desnudo. Un vientre tenso, delgado y lampiño que resistía los embates de su mano. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la sorpresa ante semejante imagen había dado lugar a su perversión voyeur? ¿Cuánto tiempo más podría haber pasado mirando jugar a aquella hermosa criatura solitaria? ¿Iba a aguardar hasta que acabara? Sin dudas era una foto ...
... que guardaría con ella. Una foto que serviría de excusa para evadir la realidad dando rienda suelta a su imaginación. ¿La utilizaría hoy mismo, en el largo trayecto que aún quedaba? Sabía que podía ser peligroso. El recuerdo del accidente que podría haber sido fatal la devolvió a la realidad. Soltó la cortina y se alejó lentamente de aquella puerta. Rebuscó sigilosamente en la cartera hasta encontrar su billetera. El sonido de los elásticos del catre seguía marcando el ritmo de la muñeca del chico. Sacó un billete de cien y lo dejó sobre el mostrador, junto al block anotador. No necesitaba verlo para adivinar que el sube y baja había aumentado su intensidad. Caminó a hurtadillas hacia los estantes y tomó dos frascos. Su corazón empezó a latir con fuerza. Ahora era ella quien no quería ser descubierta. Luego se dirigió hacia la puerta de salida como una bailarina de ballet. Cuando estaba por marcharse sintió como una punzada de nostalgia en la boca del estómago. No quería volver al Honda, era cierto. Pero tampoco quería abandonar aquel lugar tan acogedor, eso también era cierto. Pero, fundamentalmente, la excitaba saber lo que estaba sucediendo del otro lado de la delgada pared de madera sin ser descubierta. Era un juego de niños y eso era lo que más la excitaba. ¿Acaso no había sido eso lo que la atrajo de Sergio? ¿Sentirse una niña, una niña de papá? ¿Acaso no era eso lo que le había atraído de Nicolás, aquel pendejo irresponsable que solo pensaba todo el día en mojar el ...