A mis 11 años, manoseado por el Padre Osvaldo (60 años)
Fecha: 05/01/2018,
Categorías:
Gays
Autor: natzareno, Fuente: SexoSinTabues
... temprano) fui yo. Por mi cabeza no podía dejar de pensar en lo que había vivido minutos antes. Aquel anciano que nos daba la clase, me había manoseado todo el cuerpo cuando todavía no había llegado nadie más. Mi cabeza no procesaba lo sucedido, no sabía si sentirme especial o si sentirme enojado. Osvaldo nos hablaba a todos normalmente, como si no hubiera pasado nada. Eso me tenía más confundido aún. “Bueno chicos, la semana que viene nos vemos a la misma hora, por favor, sean puntuales” dijo el padre Osvaldo y comenzaron a retirarse todos los chicos. “Natzareno, no te vayas que tenemos que ir a buscar tu abrigo al club” me recordó Osvaldo. Así que me quedé sentado mientras los demás se iban. Cuando se fue el último, el padre Osvaldo, me llamó desde la puerta de su casa para que vaya con él. “Natzareno, trae tus cosas que vamos al club”. “¡Ya voy!”, agarré mi mochila y salí corriendo hacia donde estaba Osvaldo. “Sube al auto” me dijo. El padre Osvaldo tenía un auto amplio, de esos viejos que tienen mucho espacio dentro. Mientras el padre manejaba, colocó su mano derecha sobre mi rodilla izquierda, y manejaba con su mano izquierda. “Tranquilo Natzarenito, vamos rápido así buscas donde lo dejaste…”. “Gracias padre” le contesté y sentí cómo su mano se deslizaba por debajo de mi short de futbol y entraba en contacto con mi calzoncillo. El padre me estaba tocando mi pequeño bultito por sobre mi slip, con la mano que introdujo por la pierna de mi ...
... short. Era obvio que mi cabeza no sabía qué decir, no sabía si preguntarle al padre por qué me tocaba, o si quedarme callado y dejar que el padre haga lo que quiera conmigo. “¿Es aquí?” me preguntó el padre. “¿Qué cosa es aquí?” le pregunté distraído porque el padre seguía con su mano jugando con mi slip. “El club, Natzareno. El club. ” “Si, es aquí. Voy a buscar mi abrigo” le dije al padre y me bajé del auto corriendo hacia el club que seguía abierto ya que de noche entrenan los mayores. Mi abrigo seguía donde lo dejé, debajo de un asiento al costado de la cancha. Regresé hacia la entrada del club, el auto del padre seguía ahí. El señor Osvaldo estaba “lamiendo” su mano derecha, esa con la que me estaba tocando mi bultito durante el viaje. Me quedé impactado con lo que veía, fueron unos segundos donde veía a Osvaldo olerse su mano y lamerla. Una situación que sumaba a todo lo que no entendía y mi estado de confusión aumentaba. Me acerqué al auto, Osvaldo me vio y simuló que estaba rascándose la barbilla. “Lo encontré, estaba donde lo dejé…” le comenté. “¡Qué bueno! Sube que te llevo a tu casa…” Me dijo el sacerdote. Mi casa quedaba relativamente cerca, pero el padre Osvaldo manejaba su vehículo muy despacio, como queriendo alargar el viaje hasta el último minuto. Al llegar a mi casa, el padre Osvaldo se inclinó hacia mí, que me encontraba sentado en el asiento del acompañante, y me besó en la cabeza saludándome con un “nos vemos la semana que viene”.