1. Euterpe y Tauro (2)


    Fecha: 07/01/2018, Categorías: Bisexuales Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... y toda esa pesca. Y lo grande era que Juan participaba más de las fobias de su madre que de la paterna indiferencia…
    
    Ni que decir tiene que en toda su vida había visto una sola corrida, “faltabe” más, no ya en una plaza de toros, que ni “harto vino” se le ocurriría meterse, sino tampoco por la “tele”, que hasta ahí podían llegar las cosas en casa de Dª Anne, su querida “momó” Pero el hombre propone y Dios dispone, y Dios quiso que Juanito un día, con diecisiete añitos, aún sin cumplir, tuviera que asistir, muy a su pesar, eso sí, a su primera corrida de toros. Y sucedió que esa tarde se obró en él un verdadero terremoto que vino a trastocar su vida “pa los restos”, pues cuando salió de la plaza tenía más claro que el agua que lo que quería ser no era abogado, como parecía estar destinado a ser, sino torero, y nada más que torero; a todo trance, a pesar de lo que fuera, sus padres incluidos. Desde luego, la que se formaría, la que se formó, en casa cuando comunicó, “Urbi et Orbe”, su nueva vocación, dejó tamañico lo de San Quintín, el 2 de Mayo de 1808 y otras yerbas de tal jaez, tal, vamos, jueguitos de niños comparado con a que se lió en asa de Juan…
    
    Desde el siguiente fin de semana comenzó a frecuentar, en la Casa de Campo, espacios específicos donde los novilleros que empiezan iban, van, a entrenar, toreando de salón con carretones; se acercó a ellos que, al momento le aceptaron como uno más de entre ellos y en nada, como si fueran “colegas” de toda la vida; y de ...
    ... tales “toreros” comenzó a aprender los “palotes” del arte de “Cúchares”, empezando en seguidita a dar, de verdad, sus primeros pases, de capa y muleta, para en otro poco de tiempo, empezar a ensayar sus primeros pares de banderillas… Hasta sus primeras”entradas a matar”, aprendiendo cómo salir con bien del embroque toro-torero, el momento más difícil, más peligroso también, de la lidia de un toro.
    
    Pero le quedaba lo peor, vérselas ante un astado; mas eso, estando en casa, era punto menos que imposible, pues la primera vez que llegara a casa con la ropa destrozada… Ni pensar quería en la que se armaría. Así que un buen día, casi un año después, en la primavera del siguiente y a medio camino entre los diecisiete y lo dieciocho años, el “pajarillo voló del nido” tras la gloria torera. Se dice que la suerte es de quien la busca, de quien se la sabe trabajar, y Juan supo buscarla, trabajársela, a trancas y barrancas, eso sí, pasándolas “canutas” por esos caminos y pueblos de Dios, por esas capeas, aguantando palizas de muerte, pues lo que las más de las veces se “suelta” por tales pagos, no son toros, menos novillos, sino marrajos con más mala leche, más mala uva… Y comiendo y durmiendo como Dios le daba a entender, que lo normal era de milagro
    
    Así, en tan dura escuela, acabó de pulir la técnica de dominar a los bureles, pero el arte, el duende para andarles toreramente, para “estirarse” con estilo, eso no se aprende, se lleva dentro o no hay tu tía; mas, hete aquí, que Juan ...
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