1. Esclava de mis actos, presa de mis palabras


    Fecha: 10/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos

    ... toda y tomarme esa leche que parecía una delicia.
    
    Lo encaré a mi novio para ver si agarraba viaje porque el que avisa no traiciona. Pero desistí cuando me di cuenta que el muy pelotudo estaba todavía jugando a la play con un amigo y ni me escuchó cuando le dije que salía para la estación para encontrarme con unas amigas en Puerto Madero. Como yo era de zona Sur y el de Caballito, pusimos como punto de encuentro la Costanera Sur. “Comemos algo en los carritos de esa zona y si todo está bien, arrancamos para un telo que queda por Independencia”, me explicó. “Dale, perfecto, nos vemos en una hora. Preparate porque te la voy a dejar seca”, lo traté de calentar aún más. “Te la voy a dar toda”, me respondió y yo sólo quería sentir esa leche tibia entre mis labios, en la lengua, en la garganta. Estaba sedienta de semen y tenía un semental dispuesto a hacerme feliz.
    
    Me puse una camisa muy escotada y una pollera de jean me marcaba bien el orto y me dejaba la pancita al aire. Como estaba fresco, me puse una camperita de esas que te quedan marcadas al cuerpo y te resaltan las tetas. No soy del tipo de minas flacas, soy más bien rellenita pero siempre me gustó ponerme ropa ajustada porque tengo buenas curvas y un culo que siempre es objeto de elogios y miradas. Como estaba por indisponerme tenía las tetas enormes.
    
    Me dolían los pezones de la calentura que me agarré imaginando a Gustavo chupándome las tetas. Estaba mojada a más no poder. “Cómo te voy a comer la pija -le escribí ...
    ... mientras esperaba el tren- voy a hacer todo lo que me pidas porque soy muy zorrita”, le redoblé la apuesta. “Quiero sentir como tu leche me llena todo el orto, te la voy a triturar toda”, seguí escribiendo mientras llegaba a destino en Constitución.
    
    Yo estaba desatada, por momentos no podía creer que me salieran mensajes tan guarros. El hecho de habernos intercambiado mensajes durante tanto tiempo me había inspirado confianza. “Sin prender la luz ni decir una palabra quiero que me violes el culo y no pares, aunque yo te por favor que no lo hagas. Te gusta eso no?, te excita’, se te para esa pija gordita que tenés’, mándame fotos... dejame renga, rómpete toda”, ese fue mi último mensaje mientras viajaba en el taxi a la Reserva Ecológica convencida de que el taxista había advertido mi calentura y mis olores.
    
    Me sentía desconocida. Hasta ese momento yo era una mina rescatada. Iba de frente, hacía las cosas que me parecían bien, pero estaba enceguecida por una pija, necesitaba calmar las contracciones de mi vagina. Estaba desesperada por una pija…
    
    Al momento me llegó una foto con su tremenda pija afuera del pantalón, dura como una piedra, amenazante y rosa. Le brillaba la cabeza y se le marcaban todas las venas. “Qué buen pijazo que me voy a comer”, le escribí instintivamente cuando vi ese terrible aparato a punto de explotar.
    
    Cuando llegué vi su silueta sentado en una de las mesas que habíamos acordado previamente y se me mojó más la entrepierna. Pero cuando lo vi de ...
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