1. Esclava de mis actos, presa de mis palabras


    Fecha: 10/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos

    Me costó mucho escribir estas líneas. Pero decidí hacerlo para advertir, a quienes como a mí, una situación de erotismo y seducción puede derivar en un hecho impensado, al borde de lo delictivo. Digo al borde porque nunca hice ninguna denuncia y cuando no hay denuncia, al menos en mi país, tampoco hay delito
    
    Cómo todo lo había hecho en el contexto de una “trampa”, tampoco pude recurrir a mi novio. El desconocía por completo mis aventuras epistolares y por eso la noche en que se desencadenaron estos hechos tuve que fingir que las marcas que me habían quedado en el cuerpo habían sido producto de un robo al voleo cuando regresaba al tren en la estación Constitución.
    
    Todavía siento dolorida por la brutalidad con la que fui cogida por el culo. Algo que siempre fantasee pero sin haber tenido, hasta esa noche triste, ninguna experiencia real más allá de algún dedo de mi novio o algún intento de meterme un consolador pero que nunca concretaba porque el dolor podía más que el placer.
    
    Las cosas con mi novio de se pusieron realmente aburridas en los últimos meses. Además de vivir encerrados viendo películas (a mí me encanta salir, ir a bailar, odiaba el encierro) no teníamos una gran actividad sexual y al cabo de un tiempo descubrí que su sexualidad consistía en montarme un rato, bombear hasta acabar y dormirse como un tronco inmediatamente después del orgasmo.
    
    Esa situación me fue generando angustia y vacío. Además de una inmensa insatisfacción, sobre todo cuando me ...
    ... encontraba con mis amigas y hablábamos de las virtudes de nuestros hombres a la hora de hacer el amor.
    
    Así y todo, estaba cómoda con la situación. Pero no pasó mucho tiempo hasta que empecé a buscar variantes para ver si mi vida monótona adquiría algún matiz excitante. Me abrí correos electrónicos truchos, me inventé un perfil en Facebook y otro en Instagram y me abrí una cuenta de Tinder, muy mencionada por mis amigas que en cada uno de nuestros encuentros siempre tenían alguna aventura potable para contar o alguna pija inolvidable para recordar.
    
    Conocí a Gustavo por Tinder. No tenía muchas fotos personales, pero me había enternecido una que había subido con sus tres hijos. Eso me dio una relativa confianza. Comenzamos a conversar, de las cosas triviales de la vida y fuimos convirtiendo esos diálogos en encuentros diarios y casi indispensables. Me daba intriga saber cómo era y me parecía una persona interesante.
    
    Escribía muy bien y sin errores de ortografía y eso ya era mucho en un Tinder en el que a cada uno que le ponía me gusta, al segundo me escribían que me comerían la tetas o que me romperían el culo o que les pasara el número de teléfono para tener sexo por whatsapp. Gustavo, por el contrario, era súper educado. Me decía siempre que le parecía muy linda y que sentía que íbamos a tener buena piel, pero no pasaba de ahí.
    
    Era diez años más grande que yo (tengo 25), divorciado y se dedicaba al comercio exterior, por lo que una o dos veces al mes viajaba a Asunción de ...
«1234...7»