1. SEXO TRAS EL FUNERAL


    Fecha: 14/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    TÍTULO. SEXO TRAS EL FUNERAL
    
    AUTOR. GALLEGO VERDE
    
    A mis 18 años me había emancipado y vivía en un pequeño apartamento cerca de la casa de mis padres. Cuando regresé del trabajo para comer, recibí una llamada angustiosa de mamá que me decía que mi padre había sufrido un infarto y que había muerto. Me dijo que la ambulancia estaba en camino y que me necesitaba urgentemente, pues estaba muy asustada.
    
    Mi padre, Carmelo, tenía 56 años y era un hombre malcarado, gruñón, un machista que nos tuvo a mi madre, Marta y a mí metidos en un puño, atemorizados por su violencia irracional que descargaba contra nosotros frecuentemente y por sus borracheras, cuando no salía de viaje con su camión.
    
    Mi mamá, Marta, es una mujer de 35 años, ya que me dio a luz a los 17 años. es alta, muy guapa de cara, rubia, de ojos verdes, con melena larga que luce en un moño artístico tras la nuca. Su cuerpo es escultural, ya que hace deporte y va al gimnasio dos o tres veces por semana. Me encantan de ella sus pechos grandes, pero sin exageración, perfectos y sensuales, con unos pezones, que se le marcan, de vez en cuando en su blusa y que parecen dos fresones muy apetitosos, que desde que desperté a la pubertad me encantaría mamar.
    
    Mamá tiene una cinturita breve y un culito respingón, de nalgas gorditas que sabe mover con picardía, cuando camina coqueta sobre sus zapatos de tacón altísimo, provocando las miradas concupiscentes de muchos varones, que se la comen con los ojos.
    
    Cuando llegué a ...
    ... casa de mis padres, abracé a mamá y nos dimos un piquito. Ella estaba muy asustada y ya el equipo de la uvi estaba certificando su muerte por infarto.
    
    Las horas en el tanatorio pasaron muy lentas. Mamá vestida de riguroso luto, estaba agotada tras saludar a tantos familiares, amigos, compañeros del trabajo de mi padre, vecinos, etc. Yo estaba a su lado todo el rato, pues al ser hijo único tenía que procurar que Marta no se viniera abajo y de vez en cuando la abrazaba y enjugaba sus lágrimas.
    
    Hicimos todos los trámites con la aseguradora de decesos y estuvimos así hasta las diez de la noche en que pedimos que cerrasen nuestra sala del tanatorio, hasta las diez de la mañana del día siguiente, pues el entierro sería a las 11.
    
    Cogí a mamá por la cintura y nos fuimos a su casa en mi coche. Omitía decir que trabajo por mi cuenta en una tienda de ordenadores de mi propiedad, junto a Maribel, mi dependienta y mi follamiga, una muchacha preciosa, de 24 años, con la que de vez en cuando me doy un revolcó, ya que su novio la tiene muy desatendida.
    
    Al llegar a casa de mis padres, mamá se vino abajo. Yo la abracé y la besé en sus labios carnosos y sensuales. Por primera vez me atreví a meterle la lengua en su boca, rozando las dos hileras de sus dientes blanquísimos y perfectos, como perlas. Ella no me rechazó, como yo temía, y tampoco reprobó mi atrevimiento. Pronto nuestras lenguas se juntaron y nos dimos unos besos de tornillo, más propios, de novios o amantes apasionados, ...
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