1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 28)


    Fecha: 25/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    A primera hora de la mañana, Matilda y Ushlas entraban en el Palacio Real, residencia oficial de la Princesa Súm. Hacia varias horas que el Tharsis había llegado a Mandoria para unos trabajos de mantenimiento rutinarios.
    
    —Tu que pasa, ¿no duermes? —dijo Matilda estrechando a la Princesa afectuosamente—. La noche es para dormir.
    
    —No te quejes, que yo sé que te levantas muy temprano, —contestó la Princesa.
    
    —Si, pero esta no, —respondió Matilda señalando a Ushlas, que en ese momento abrazaba a su amiga—. Y deberías saber que durante la primera hora, es mejor no hablarla.
    
    Las dos rieron mientras Ushlas asentía con la cabeza. Finalmente, las tres terminaron riendo mientras se abrazaban.
    
    —¡Joder tías! Os veo muy bien, —exclamó la Princesa acariciándolas, y dirigiéndose a Matilda, añadió—. Espero que tú hayas estado descansando, que eres muy burra.
    
    —Entre sus doncellas y yo, nos hemos encargado de que descanse, —se adelantó Ushlas.
    
    —¡Ya te digo! —dijo Matilda frunciendo el ceño—. Súm, ha pasado lo peor que me podía ocurrir: se han hecho amigas. ¡Es un infierno! No me dejan hacer nada.
    
    —Pues eso está muy bien…
    
    —No, si ya suponía yo que te ibas a poner de su parte, —cortó enfurruñada.
    
    —Y ha cogido un par de kilos, —intervino Ushlas—. Recuerda que estaba en los huesos.
    
    —Genial, así estas más guapa, —bromeó la Princesa.
    
    —¡Si, ya! Me voy a poner como una vaca, —protestó Matilda.
    
    —Venga, venga, no refunfuñes, —la Princesa seguía demostrando el cariño ...
    ... que sentía por sus dos amigas—. Siento haberos citado tan pronto, pero hoy tengo un día de locos. Inauguro una guardería y un dispensario en el hemisferio sur. Y además, tengo una reunión importante con los gobernadores de la zona y es posible que tenga que estrangular a alguno.
    
    —A eso, si quieres, te puedo ayudar, —intervino Matilda.
    
    —No gracias, ya me apaño yo sola, —y la Princesa, mirándola fijamente, añadió—. Pero, ahora que lo dices, dentro de tres días me podías inaugurar un hospital infantil.
    
    —¡No me jodas! —exclamó Matilda con cara de susto, mientras Ushlas se meaba de la risa.
    
    —No, para eso ya tienes a Ushlas.
    
    —Pero, yo no he inaugurado nunca nada, eso es cosa de… políticos.
    
    —Pues entonces decidido. Ya veras que bien lo vas a pasar. Vas a coger niños en brazos, te vas a inflar a dar besos, vas a saludar a un montón de gente ¡incluso puedes firmar autógrafos! Y le voy a poner tu nombre, “Hospital Infantil Matilda”. Va a ser genial.
    
    —Eso no me lo pierdo.
    
    —Encárgate de que venga.
    
    —Tranquila, la traeré aunque sea atada con una cuerda. Además, tengo una antigua cámara de fotos de la Tierra, esto hay que inmortalizarlo.
    
    —Imágenes no te van a faltar. Esto se retransmitirá para todo el reino.
    
    —¡Joder!, me habéis convertido en una puta mujer objeto, —protestó Matilda, mientras Súm y Ushlas no paraban de reír.
    
    —Bueno mujer objeto, después de la inauguración, de la que no te vas a librar ni con alas, quiero que te pongas a trabajar, —dijo la ...
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