Madre, hija y abuela, folladas entre los plátanos
Fecha: 27/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la retuvo sobre su polla. Sabía que ella —debido a su reciente divorcio— acumulaba más de tres meses de abstinencia y que a buen seguro debía andar necesitada de macho. Las ex casadas no se habitúan fácilmente a no follar a diario o casi a diario. Lo cierto es que Erika no hizo nada por retirar la mano, pero sí se estuvo quieta, dubitativa, sin saber muy bien cómo conducirse. Suerte que pronto tomó una decisión favorable. Jorge lo percibió en los tímidos y ricos apretoncitos que la sueca le daba a su polla. Así que él ya no se anduvo con chiquitas: le sacó la parte de arriba del bikini, la dejó con las tetas al aire y se dedicó amasárselas y a chupetearles los pezones, que pronto estuvieron inhiestos. La polla de Jorge también se puso inhiesta, burra total, porque Erika ya la friccionaba, la pajeaba, y hasta se animó a chupársela un poquito, suavemente, si bien él no dejó que gastara mucho tiempo en este menester no sea que fuera a correrse prematuramente. Era conocedor de que una mujer divorciada precisa de un tratamiento más rudo, más posesivo, sin remilgos ni carantoñas. Jorge sabía perfectamente lo que Erika necesitaba y él iba a dárselo ya mismo, sin titubeos, sin entretenerse en otras artes de placer menos apropiadas. La tumbó bocabajo sobre la cama, le quitó de un tirón la braga del bikini, se encaramó sobre ella y le ensartó en el coño su gorda polla de veintidós centímetros que le entró como una exhalación y de apenas dos golpes de cadera. Era ...
... un coño tremendamente caliente y húmedo, bien musculado, succionante; un chochito de los que enloquecen a Jorge, por los que muere; un coño superior que ahora él se follaba furioso, a lo bestia, sin tregua. Erika flipaba, jadeaba, suspiraba, respiraba entrecortadamente con si el corazón se le fuera a salir del pecho. Estaba recibiendo por fin los pollazos con los que ella venía ansiando: fieros, arrítmicos, penetrantes; ora caña hasta adentro, hasta que los huevos de Jorge retumbaban en las carnes de la sueca, ora sacándole la polla casi por completo para volver a hincársela con virulencia y, en todos los casos, apurando, repuntando la penetración al llegar al fondo. Su «ex» —reconocería más tarde Erika— nunca la había follado con tanto ahínco, tan enfervorizado, tan impetuoso.
Las corridas fueron sincrónicas y caudalosas. Jorge le chorreó el coño con varios chingarazos de su cremosa y caliente lefa que se fundieron con la gran cantidad de flujos vaginales que expelía Erika. Poco después, durante el descansillo típico para recuperar fuerzas, la sueca le dijo a Jorge que ese clímax final suyo venía a ser como mínimo el tercer orgasmo que alcanzaba durante aquel polvazo.
Una hora después, las tres nórdicas ya estaban de vuelta a su hotel. Todas tenían el número del teléfono móvil de Jorge por si alguna vez querían volver a visitar la finca, ya fuera ahora, en este viaje, o en futuros viajes. Es evidente que tengo un amigo atento, caballeroso y gentil…